Crítica de Robocop: El ruidoso hombre de hojalata vuelve por San Valentín

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Actualizado: viernes, 14 febrero 2014 17:03

MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS - Israel Arias)

   Puede que ir al cine a ver el nuevo Robocop no sea el plan más romántico para celebrar -en caso de que se pueda y sobre todo se quiera- San Valentín. Pero sí es una propuesta más original y arriesgada para conmemorar la mercantil celebración de lo que lo es por si solo el ruidoso remake de José Padilha.

   Y no. No es que el director de la impactante Tropa de Élite haya firmado con esta versión un dislate cinematográfico comparable a otros recientes remakes. Pero lo cierto es que, con sus muchos defectos y sus virtudes -acrecentadas estas últimas por casi tres décadas de "efecto nostalgia"-, la cinta de 1987 de Paul Verhoeven era un cadáver tan icónico que merecía descansar en paz, a no ser que se fuera a mejorar considerablemente.

   Y en esta discutible aspiración el 'Robocop 2014' se queda a medio camino. Más allá de las mejoras técnicas respecto a su antecesora, que son evidentes y se dan por descontadas, la remozada historia de Alex Murphy, contiene interesantes planteamientos que no desarrolla suficientemente.

   La "robofobia", el precio que es legítimo pagar a cambio de la seguridad, la justicia y el monopolio del uso de la violencia, la militarización de la sociedad e incluso el poder del marketing y los mass media son algunos de los temas que plantea en su arranque y que se van diluyendo según avanza la cinta.

   En lugar de profundizar en estas líneas, el guión de Joshua Zetumer se aparta de su atractivo contexto para centrarse en el drama personal del descuartizado Murphy y en la lucha que el hombre y la máquina libran en su interior. Un expediente que resuelve con un desenlace propio de una simplona cinta de venganza en la que ni siquiera falta la manida secuencia final con familia, villano, etc.

   Con trama y su contexto perdidas en alguna de las tribulaciones del atormentado Murphy, nos vemos abocados a agarrarnos a los fuegos de artificio, el gran reclamo de este Robocop. Y el espectáculo es estridente y potente, a pesar de que Padilha abusa del modo en primera persona. Un recurso propio de los videojuegos al que invita la propia naturaleza de Robocop, pero que merma el indudable talento del brasileño para filmar con músculo las escenas de acción.

LA MEDIÁTICA GENIALIDAD DE SAMUEL L. JACKSON

   El desalmado Michael Keaton, un Gary Oldman a lo doctor Frankenstein, y el absolutamente genial Samuel L. Jackson como líder mediático destacan en un reparto encabezado por Joel Kinnaman. El protagonista de The Killing recoge dignamente el testigo de Peter Weller para dar vida al agente de policía rescatado de una muerte segura y es convertido en un híbrido entre hombre y máquina al servicio de la Ley.

   Pero para mejorar un título tan emblemático como el de Verhoeven hay que hacer algo más que fichar tres o cuatro rostros conocidos, llenar la pantalla de más y más robots y cambiar el color de la armadura.

   A pesar de ofrecer momentos de eficaz entretenimiento, el nuevo Robocop carece del encanto, el alma y el poso subversivo que hicieron de la bribona cinta de Verhoeven un clásico básico del cine de los ochenta. Un ruidoso hombre de hojalata, letal, contundente y con envoltorio espectacular, pero sin corazón. Algo nefasto, especialmente para estrenarse el día de San Valentín.

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