La falta de diligencia de los gestores de las cajas provocó su quiebra, según un experto

Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico Universidad de Valencia
UNIVERSIDAD DE VALENCIA
Publicado: miércoles, 29 noviembre 2017 19:32


Critica la "elevada presencia de políticos" sin experiencia y que no se detectara a tiempo su problema de solvencia

MADRID, 29 Nov. (EUROPA PRESS) -

El catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia Joaquín Maudos Villarroya ha apuntado a "la falta de diligencia en la gestión" de las entidades de crédito como causa de la quiebra de estas entidades en la crisis, considerando que se produjo "una crisis de algunas cajas, no una crisis de cajas".

Durante su comparecencia ante la comisión que investiga en el Congreso la crisis financiera, el rescate bancario y la quiebra de las cajas de ahorros, el académico ha criticado la "elevada presencia de políticos" en consejos de administración, muchos sin formación bancaria, y ni siquiera económica, un aspecto que considera decisivo. "Las cajas con mayor morosidad coinciden con cajas cuyo presidencia sin formación académica ni formación bancaria", ha llegado a decir.

Así, ha puesto como ejemplo la supervivencia de entidades como Caixabank, Unicaja o las cajas vascas --ha recordado que estas últimas son las que mejor nota obtienen en los tests de estrés--, mientras que otras han tenido que ser intervenidas y rescatadas.

Además de la gobernanza, el académico ha atribuido la excesiva exposición al ladrillo de estas entidades a la "desregulación feroz" en el sector y su posterior expansión territorial, junto a un sistema de de incentivos a sus directivos "mal diseñado". "Fue un cóctel muy muy explosivo", ha señalado.

SE PODÍA Y DEBÍA HABER FRENADO EL CRÉDITO

Durante su intervención, ha señalado que las autoridades podían y debían haber cercenado la expansión crediticia, que posteriormente acabó originando una burbuja inmobiliaria, y ha citado varias medidas, como la de aplicar la Ley de Disciplina del Banco de España para condicionar el reparto de beneficios a un engrosamiento de las reservas, o recortar el valor de las garantías.

Además, ha señalado que una mayor aportación al Fondo de Garantía de Depósitos habría reducido el coste de ayudas públicas que posteriormente se tuvieron que abonar para sanear el sector, y que un mayor nivel de transparencia hubiera permitido realizar un mejor diagnóstico de los problemas.

SE PENSÓ QUE ERA SÓLO UN PROBLEMA DE LIQUIDEZ

Precisamente, Maudos Villarroyo ha lamentado que los errores al diagnosticar los problemas en las entidades de crédito, al considerar que se trataba de problemas de liquidez y de solvencia, condicionó las medidas adoptadas y, a la postre, encareció su coste y retrasó la salida de la crisis.

"Se mantuvo demasiado tiempo que los problemas de la banca eran sólo problemas de liquidez. No se dieron ayudas a tiempo", ha dicho, lamentando que se recapitalizara en un primer momento sin exigir un saneamiento de las entidades. "Hubo que esperar a 2012 (ya con el Gobierno del PP) para reconocer el problema de solvencia de la banca española", ha aseverado.

Como ejemplo, ha señalado que, mientras en 2010 el coste de la recapitalización y liberación de activos suponía en España un 1,3% del PIB, la media europea se situaba en el 3,3%, y en países como Alemania en el 4,5%, en Reino Unido del 7,3% y en los Países Bajos en el 4%.

"Los países que antes dieron ayudas, antes han resuelto sus problemas y más han recuperado", ha dicho, señalando que en 2015 este porcentaje de recapitalizaciones se situaba en España en el 5,8%, frente al 3,2% de la media europea, y que hasta 2016 se había llevado al déficit público pérdidas del 3,8% del PIB. "Justo el doble que la media de la Unión Económica y Monetaria", ha explicado.

UN RITMO DE ENDEUDAMIENTO SOLO SUPERADO POR ISLANDIA

En su exposición, Maudes Villarroya ha atribuido la gestación de la crissi a la "abundancia de liquidez a bajo coste", lo que fomentó el endeudamiento, y ha señalado que el ratio de deuda privada respecto al PIB se duplicó entre 2000 y 2007, alcanzando el 205% y llegando al 216% en 2010.

Únicamente Islandia registraba un crecimiento del crédito a un ritmo superior, con ritmos del 18% anual, e incluso años en los que suponía el 20% del PIB. Todo ello dentro de una "excesiva concentración de riesgos" en el sector inmobiliario, pues el crédito en este sector suponía dos terceras partes del total.

Además, ha apostillado que el 40% de ese crédito privado no se financiaba en depósitos, sino en mercados mayoristas, lo que aumentaba el riesgo de exposición ante potenciales circunstancias adversas de cierre de los mercados, como finalmente acabó sucediendo.