Niña rohingya en un campamento de refugiados de Bangladesh
REUTERS / MOHAMMAD PONIR HOSSAIN
Publicado: lunes, 26 febrero 2018 16:00

MADRID, 26 Feb. (EUROPA PRESS) -

El éxodo rohingya desde Birmania a Bangladesh ha dejado desamparados a más de 400.000 niños, entre los cuales han cundido miedos que van desde los animales salvajes al tráfico de personas, según un informe conjunto de las ONG Save the Children, World Vision y Plan International.

Cientos de miles de personas huyeron del estado birmano de Rajine a raíz de una ola represiva lanzada a finales de agosto por las fuerzas del Gobierno, después de una cadena de ataques insurgentes. Sumada a olas anteriores, ya son casi un millón los rohingya que han buscado refugio en territorio bangladeshí, de los cuales casi la mitad son niños y niñas.

El estudio 'Infancia Interrumpida' analiza la situación seis meses después de que comenzase el último gran éxodo, Save the Children, World Vision y Plan International han recordado que muchos de los menores han visto con sus propios ojos cómo morían miembros de sus familias o ardían sus casas.

Los "hombres del bosque", los traficantes de personas al acecho o los animales salvajes --en los últimos meses ya han muerto varios adultos y menores por los ataques de paquidermos salvajes-- son solo algunos de los miedos aludidos en este informe. "A veces los ladrones entran y nos roban nuestras cosas, no tenemos forma de cerrar nuestra casa", explica un menor, en alusión a unas precarias tiendas hechas en su mayoría con bambú y plástico.

Las niñas añaden que temen usar los baños del campamento por miedo al acoso e incluso esperan durante horas hasta que los hombres se van. "Todo el mundo tiene pánico a ir a recoger leña. Una vez una niña fue violada cuando buscaba leña por la noche", advierte una menor.

El riesgo de trata es otra de las preocupaciones, hasta el punto de que hay quien opta por pasar el máximo tiempo posible en casa o salir solo en compañía. Una madre alerta de que "los secuestradores están merodeando por los alrededores" y podrían llevarse a los niños.

Desde el pasado mes de agosto, se han confirmado al menos 28 casos de trata de niños en los campamentos, aunque los trabajadores humanitarios temen que el número real de casos sea mucho mayor.

EXPERIENCIAS TRAUMÁTICAS

El director de Save the Children en Bangladesh, Mark Pierce, ha advertido de que "esta no es forma de vivir para un niño, especialmente después de haber tenido que huir de la violencia y el horror en Birmania", por lo que ha reclamado "apoyo continuo" para ellos. "No podemos esperar que superen las experiencias traumáticas que han sufrido cuando siguen expuestos a la inseguridad y corren el riesgo de sufrir más actos violentos en los campamentos", ha avisado.

La directora de Plan International en Bangladesh, Orla Murphy, ha recordado que la de los rohingya es "una emergencia de niños", habida cuenta de la gran proporción que representan y del mal estado, físico y psicológico, en el que se encuentran gran parte de ellos. En este sentido, ha apuntado que "muchos son huérfanos y están perdidos, viviendo en un perpetuo estado de ansiedad".

"Los niños nos han contado que sus mundos se han venido abajo. Han dejado de vivir en una comunidad donde conocían a los vecinos, tenían buenos amigos, una rutina, una buena variedad de comida y lugares seguros donde jugar, a hacerlo en una zona caótica, saturada y aterradora", ha añadido Murphy.

En la misma línea, el responsable de World Vision, Fred Witteveen, ha insistido en que "los niños se merecen crecer en un mundo libre de miedo, rodeados por las personas que les quieren y que les garantizan vivir una vida en toda su plenitud". Witteveen ha recordado que estos menores "no piden mucho" para vivir mejor: "luces para ir más seguros al baño por la noche, refugios adecuados para tener privacidad y no dormir en la misma estancia que unos extraños, mejor acceso a la educación".

Para paliar estos temores, las tres ONG han planteado una revisión de las patrullas de seguridad, un buen sistema de información para evitar rumores, la instalación de señales para evitar que los niños se pierdan o la participación de adolescentes en medidas para mejorar su sensación de seguridad, entre otras medidas.

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