Nicaragua cambió después del 19 de abril

Manifestante con una bandera de Nicaragua
REUTERS / JORGE CABRERA
  
Actualizado: domingo, 29 julio 2018 9:02

El resurgimiento del movimiento social, una oportunidad para los cambios que el país necesita y la población reclama

MADRID, 29 Jul. (Departamento de Proyectos de Manos Unidas en América) -

La respuesta de represión contra las protestas ejercida por el Gobierno de Nicaragua ha tenido como consecuencia una grave crisis de Derechos Humanos en el país. A día de hoy, más de 350 personas han perdido la vida y hay un gran número de personas heridas y detenidas, mayoritariamente de forma arbitraria.

Según ha concluido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el informe elaborado después de su visita al país durante los meses de mayo y junio, "el Estado de Nicaragua ha violado los derechos a la vida, a la integridad personal, salud y atención médica, libertad personal, reunión, libertad de expresión y acceso a la justicia. Además de actos de censura a la prensa y hostigamiento a defensores de los Derechos Humanos".

Desde Manos Unidas, esperamos que el Diálogo Nacional sincero entre representantes del Gobierno, universidades, estudiantes, la empresa privada, organizaciones y comunidades, bajo la mediación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y de las instituciones internacionales, continúe y se pueda avanzar en la construcción de una solución pacífica, democrática y constitucional que ayude a superar la grave crisis que vive Nicaragua.

Manos Unidas trabaja en Nicaragua desde 1988, hace ahora treinta años. Actualmente tiene activos catorce proyectos de desarrollo que realiza a través de diez socios locales. En la situación actual, los socios locales que Manos Unidas apoya en Nicaragua siguen trabajando con la confianza en el Diálogo Nacional, la denuncia de la violación sistemática de los Derechos Humanos, el apoyo a la población y, sobre todo, con la confianza en el pueblo nicaragüense en su lucha por la búsqueda de una solución al conflicto, cada vez más alarmante.

Nos informan de que no han dejado de trabajar. Han incorporado rutinas de seguridad del personal que trabaja en el campo y que requiere desplazamiento en transporte público, además de realizar los trabajos en horarios seguros. Aunque hay bloqueos en las carreteras (tranques) y la movilidad es un poco lenta, se puede pasar y se puede llegar a los municipios donde se interviene. Las actividades de los proyectos no se han suspendido, si bien se han hecho pausas principalmente en los días de mayor movilización ciudadana o cuando hay convocados paros por diversas zonas del país.

La situación no se manifiesta con la misma intensidad en todos los territorios*del país, siendo mucho menor o inexistente en los territorios más alejados de la capital o de los centros urbanos como Managua, Masaya, Jinotepe, León o recientemente Jinotega.

La crisis se manifiesta de forma diferente también según los sectores de población. Para los habitantes de los municipios rurales y las poblaciones vulnerables con las que trabajamos, prevemos que los impactos serán mayores porque no cuentan con los activos ni los recursos para soportar esta crisis, principalmente por las pérdidas económicas nacionales que se estiman y los riesgos de financiación, que se podría restringir en general, sobre todo a los pequeños productores. Se hace por tanto imprescindible garantizar la seguridad alimentaria en las comunidades más vulnerables.

En las comunidades donde intervienen los socios locales de Manos Unidas, las necesidades e intereses de la población están centradas en la producción agrícola y pecuaria, cómo aprovechar el buen invierno y cómo enfrentar las afectaciones en el corto plazo, si bien es latente y manifiestan la gran preocupación por el incremento de la violencia por parte de fuerzas policiales y paramilitares, especialmente contra los jóvenes y contra la Iglesia.

MIRANDO AL FUTURO

Desde Manos Unidas vamos a seguir trabajando dando respuesta a las necesidades de la población, que sin duda se van a ver agravadas por la grave crisis que vive el país. No hay que olvidar el impacto de la crisis en la economía nacional que, desde su inicio, según declaraciones del presidente del Banco Central de Nicaragua, se estima en más de 260 millones de dólares, que implicaría unos dos puntos porcentuales menos de la meta de crecimiento estimada para este año.

Una de las realidades que más ha golpeado la conciencia nacional ha sido la represión desproporcionada y tan violenta, de parte de las fuerzas policiales y paramilitares del Gobierno. Esa sangre derramada ha despertado la conciencia nacional. A esta 'Revolución Cívica', se han sumado los pobladores de los barrios, organizados y no organizados, también las organizaciones sociales --gremios, defensores de los Derechos Humanos, movimiento campesino contra el canal interoceánico, movimiento de mujeres, etc.--.

Podemos hablar del resurgimiento del movimiento social en Nicaragua. Esto va a ser una oportunidad para coordinar esfuerzos entre todas las fuerzas sociales para ir logrando los cambios que el país necesita y la población reclama para salir de la pobreza.

Pero para ello, es ineludible la restauración de la Justicia, que pasa por la restauración del Poder Judicial y la desintegración de las fuerzas paramilitares, para garantizar la seguridad de todas y todos, durante y después de la crisis. Esto nos obligará a trabajar por la reconstrucción de la cultura de paz a través de su promoción y la educación.

SOLUCIÓN URGENTE

Efectivamente, el país enfrenta la crisis política y social más profunda desde el año noventa, en la que hubo un cambio de gobierno cuando el Frente Sandinista perdió el poder. ¿Cómo la van a superar los nicaragüenses? Por ahora es una pregunta difícil de responder. Sin embargo, todos los sectores, incluido el Gobierno, son conscientes de que la solución se debe encontrar en el corto plazo.

La sociedad, la población, los soportes socioeconómicos, no tienen capacidad de aguantar una crisis de larga duración. Pero en medio de esa incertidumbre, los nicaragüenses, tanto los que se oponen como los que apoyan al Gobierno actual, tienen una certeza: Nicaragua cambió después del 19 de abril y seguirá cambiando. Es fundamental entonces que se restaure la institucionalidad y el Estado de Derecho, contando con todas las fuerzas sociales.

Somos conscientes de los riesgos que se generan en una crisis como la que Nicaragua atraviesa en este momento, pero a su vez identificamos algunas variables que inclinan la balanza hacia la viabilidad de los proyectos que ejecutan los socios locales de Manos Unidas en este momento.

Los proyectos responden a las necesidades de los grupos que orientan su interés hacia la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, la generación de empleo y formación, y hacia los esfuerzos de las poblaciones a buscar soluciones a esas realidades, ya que de ello depende su subsistencia.

Las organizaciones sociales que apoyamos han estado siempre al lado de las comunidades más afectadas en diferentes momentos, durante la guerra civil de los años ochenta, durante las crisis humanitarias provocadas por los huracanes, las sequías, las crisis alimentarias, el desabastecimiento de suministros médicos, etc.

Por último, destacar la voluntad permanente de nuestros socios por la defensa de los Derechos Humanos y la construcción de una cultura de paz. Ese compromiso ha prevalecido a lo largo de los últimos 30 años, se ha adaptado a los acontecimientos históricos del país y se mantiene con firmeza.

Desde Manos Unidas, nos unimos a ese compromiso en la defensa de los Derechos Humanos y de la paz y nos solidarizamos con el pueblo, la Iglesia y las instituciones defensoras de los Derechos Humanos, que abogan por una salida pacífica y democrática a la crisis política y de derechos que se vive en Nicaragua.

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