Actualizado: viernes, 14 febrero 2014 10:32

MADRID, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -

   El enviado especial de la Secretaría General de Naciones Unidas para Irak, Nickolay Mladenov, ha advertido este jueves del grave deterioro de la situación en la localidad iraquí de Faluya y ha detallado que más de 63.000 familias se han visto desplazadas en la provincia de Anbar a causa de los enfrentamientos.

   Mladenov ha indicado que, si bien algunas de esas familias han conseguido llegar a otros puntos del país, otras muchas se encuentran atrapadas y están viendo empeorar sus condiciones de vida. En este sentido, ha dicho que algunas de ellas carecen de agua y alimentos, así como acceso a los servicios médicos.

   Así, ha solicitado a todos los actores políticos a mostrar compromiso y unidad para evitar el impacto de la violencia sobre la población civil y ha añadido que varias agencias de la ONU, entre ellas el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (PAM) están ayudando al Gobierno en este aspecto.

   Mladenov ha explicado que, en el marco de estas acciones, se han distribuido 2.500 paquetes con productos de primera necesidad, además de unos 11.500 kits con jabón y otros artículos de higiene.

   Por contra, ha lamentado que el acceso de la ayuda sea limitada debido al bloqueo de las rutas a causa de los enfrentamientos, por lo que ha pedido a todas las partes que permitan el paso de estos suministros, especialmente a Faluya.

   El Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS), un grupo que también está activo en el conflicto sirio, se hizo con el control de Ramadi y Faluya con apoyo de otros grupos suníes el pasado 1 de enero, desatando una crisis de seguridad en ambas ciudades.

   El Ejército se ha posicionado en los alrededores de la localidad y ha amenazado con lanzar una ofensiva, si bien las tropas están esperando a un posible acuerdo mediado con representantes tribales para solucionar la situación.

   La salida de las tropas estadounidenses del país y el conflicto en Siria, con fuertes connotaciones sectarias, ha exacerbado las tensiones entre la comunidad suní y el Ejecutivo de Nuri al Maliki, que tienen como puntos de fricción un sistema judicial que discrimina sistemáticamente a los suníes y la exclusión de esta comunidad de los altos cargos de la Administración iraquí.

   No en vano, los enfrentamientos violentos con tintes sectarios entre la minoría suní y la dominante comunidad chií ya eran una tónica habitual, reminiscencia de los años de guerra en Irak tras la ocupación estadounidense --especialmente entre los años 2006 y 2007--.

    Los levantamientos populares contra el Gobierno, asimismo, encontraron su germen en la ola de levantamientos de 2011 en Oriente Próximo y el norte de África, conocida como la 'Primavera Árabe', que empujó a los suníes a rebelarse pacíficamente contra Al Maliki.