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Actualizado: lunes, 17 marzo 2008 20:26


BEIJING, 17 Mar. (EUROPA PRESS/Débora Altit) -

Las manifestaciones pro-tibetanas abandonaron los territorios históricamente tibetanos y se desplazaron hoy hasta al capital china, donde entre 50 y 100 estudiantes tibetanos hicieron una "sentada" pacífica en solidaridad con los violentos sucesos registrados en Tíbet.

En Beijng, los jóvenes estudiantes optaron por seguir la fórmula de los monjes con los que arrancaron, hace ya una semana, las protestas, y se reunieron en el campus de la Universidad de las Nacionalidades, en silencio y con velas, desde las 19 hasta las 23.30 horas (hora local).

Todos los participantes eran tibetanos de diversos cursos, que se mantuvieron imperturbables a los intentos de sus profesores de convencerlos para que abandonaran la protesta.

"Les he intentado convencer de que no lo hagan, de que van a sufrir represalias y condenar su futura carrera profesional, pero no han querido escucharme", comentó un ex alumno de la universidad, que pudo colarse en el centro pese a que los controles policiales impedían la entrada a aquellos que no presentaran el carnet de estudiante en la puerta. "Era una protesta pequeña, y además estaban separados en tres grupos distintos, pero quizá por eso, y porque se mantenían en silencio, se notaba aún más la tensión", señaló el joven.

En la entrada principal de la universidad se apreciaban al menos cuatro coches de Policía aparcados; apostados en la calle, entre agentes y guardias de paisano, había al menos una treintena de policías.

La protesta de Beijing, en cualquier caso, ha sido mucho menor, y más contenida, que las ocurridas en otros lugares como Lanzhou (provincia de Gansu), donde en la Universidad Nacional del Noroeste cientos de estudiantes tibetanos participaron en una manifestación, en la se podía ver una pancarta con el lema "Nos mantenemos unidos a los tibetanos, por una democracia gloriosa y por la vida", según informó ayer Radio Free Asia.

CONTROL DE LA PRENSA

La maquinaria policial en Beijing ya ha comenzado a hacer mella. En los últimos días ha aumentado visiblemente el número de fuerzas de seguridad apostadas en las calles, lugares estratégicos, como embajadas y zonas diplomáticas, cuentan con más guardias que de costumbre, entre personas implicadas o interesadas en los acontecimientos, como los periodistas, se ha empezado a generar cierta paranoia, ante la certeza de que el aparato represor ya se ha desperezado y llamadas y correos comienzan a estar pinchados.

"Hoy he recibido un email muy extraño de alguien preguntándome cómo me fue en un viaje que hice hace varios meses al centro de China, y en el que me incluye detalles como cuándo fue, donde estuvimos y qué personas me acompañaban", comenta un occidental con amistades tibetanas. Otros, corresponsales extranjeros, han visto cómo sus ayudantes chinos son llamados al orden por las autoridades, que les piden que presenten cumplidos informes sobre los movimientos de sus jefes.

Pero, pese a la situación de tensa calma establecida en la capital tibetana, Lhasa, los conflictos parecen reproducirse en otras localidades. Las autoridades chinas, según ha denunciado el Club de Corresponsales de China (FCCC), ha expulsado a más de una veintena de reporteros de distintas áreas tibetanas y puesto en práctica una interferencia informativa que, según ha denunciado la presidenta de la organización, Melinda Liu, "no beneficia al Gobierno chino, que está intentando mostrar una imagen más abierta, transparente responsable al mundo".

Reporteros Sin Fronteras se ha sumado a la denuncia del FCCC, y añade: "La censura en la Red se está transformando en racismo, con comentarios en los que se urge a matar a los separatistas tibetanos, mientras que todas las noticias independientes sobre los acontecimientos están siendo censuradas", reza el comunicado.

FUERZA DE PARAMILITARES

La organización Free Tibet Campaign, por otro lado, informa hoy de que, precisamente desde Lanzhou, el Ejército chino está organizando un contingente de 20.000 paramilitares que se repartirán por diversas localidades de la provincia de Gansu, entre las que se cita Tsoe (Ganan, en chino), Labrang (Xiahe, en chino), Machu, Luchu o Bora.

Desde regiones como Aba, en Sichuan, fuentes independientes han informado de la muerte a balazos de al menos 18 personas, entre las que se incluían monjes, estudiantes, pastores, así como una mujer embarazada y al menos un niño, de 5 años. Los monjes de la región han comenzado a enviar mensajes desesperados a sus contactos en el exterior. "Están pasando muchas cosas. No estamos seguros pero no tenemos miedo. No creas nada de lo que dicen los chinos. ¡Nosotros no somos chinos!", declaró, a través de un breve mensaje de móvil, uno de ellos.

"Creo que la situación actual que está viviendo Tíbet es consecuencia de un triple fracaso. Por un lado, en el proceso de las negociaciones, que quedaron atascadas a partir de 2004 porque el Gobierno chino se negaba a mover pieza. Por otro, por un fracaso en el modelo de desarrollo, porque Beijing se creía que si llevaba prosperidad a Tíbet adormecería el sentimiento nacional, y esto no ha ocurrido. Y por otro, por un fallo en el concepto del poder autonómico, que no existe: hoy día, cualquier provincia con población han tiene más autonomía que las llamadas regiones autónomas de la periferia", afirma, desde Beijing, Xulio Ríos, director de IGADE (Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional).

En declaraciones a Europa Press, Ríos niega la teoría de la conspiración a la que, afirma, se va a agarrar el Gobierno chino. "Ha habido una conjunción de factores, como el aniversario de la revuelta de 1959, la reunión de la Asamblea Popular Nacional y los Juegos Olímpicos, que han cristalizado, pero eso es porque las condiciones ya están ahí". Y defiende que, mientras Beijing no apueste por una nueva vía y modifique su actual concepción de Estado, tendrá muchos problemas. "Tienen que basarse en el autogobierno, y lograr conquistar un mínimo de lealtad de las nacionalidades periféricas", apunta.