Publicado 01/06/2018 08:00

Charo Zarzalejos.- Se acabó

MADRID, 1 Jun. (OTR/PRESS) -

Desde hace mucho tiempo, lo imprevisible se convierte en cierto y en el momento de escribir estas líneas, Mariano Rajoy no dimite. No se va. Lo dijo en el debate: un presidente se va si pierde en las urnas o le echa la Cámara. Ha ocurrido esto segundo. Algo imprevisible hace apenas unas semana. ¿Quién le iba a decir que con los Presupuestos aprobados iba a acabar como ha acabado? Lo imprevisible se convierte, una vez más, en cierto.

Ni qué decir que durante horas y horas ha estado en el ambiente que Rajoy dimitía. Hasta Pedro Sánchez, hizo esa petición insólita en alguien que quiere ser Presidente del Gobierno. Se va y esto se acaba, le vino a decir -le dijo- el candidato. Pero no. Rajoy se ha acogido a la interpretación más rigurosa de las previsiones constitucionales. Si te ponen una moción de censura y la gana quien la propone, te vas. No queda otra.

Tiempo habrá del futuro más inmediato, pero a tenor de las intervenciones realizadas por quienes apoyan a Pedro Sánchez es más que comprensible el vértigo que ayer mismo se detectaba en el ánimo de muchos socialistas. Ganaban la moción de censura pero el precio de hacer a Sánchez Presidente no será ni fácil ni barato. "Le van a echar en falta", aseguraban los diputados del PP. Estaban noqueados, sorprendidos y preocupados. El gobierno que llega, dicen, será un gobierno "zombi". De eso se van a encargar ellos una vez que se instalen en la oposición.

Sánchez, como todos los Presidentes, tiene derecho al período de gracia pero visto el panorama, los compañeros de viaje y las propias circunstancias es más que dudable que haya calibrado el alcance de su decisión. No tardaremos en verlo. Y lo veremos también gracias al PNV, el gran negociador de los Presupuestos rechazados de plano por el PSOE pero a los que Sánchez se agarra por la estabilidad. Las cuentas públicas no están aun aprobadas. Dependen de la mayoría absoluta que el PP tiene en el Senado. Hay que esperar.

Es seguro que habrá muchos que reprochen a Rajoy el que no haya presentado su dimisión -todavía lo puede hacer-, pero soy de las que creo que no hubiera bastado. El corrupto, dice la oposición, no es solo Rajoy. Es el PP según el relato de hechos de la sentencia que ha servido de detonante para esta convulsión política cuyas consecuencias prácticas aún desconocemos.

La solemnidad, a veces impostada, utilizada en ocasiones por Sánchez, la urgente necesidad de regentar las instituciones y demás consideraciones como acción prioritaria de su Gobierno coloca el listón muy alto. Veremos.

Nunca he sido partidaria de las enmiendas a la totalidad. Ni para Zapatero ni ahora para Rajoy. Sería injusto no reconocer a quien esta a punto abandonar Moncloa que deja una España mejor que la que encontró pese a los problemas y carencias que aún existen. No le ha faltado un problema, no ha tenido un día tranquilo.

Quedan muchos acontecimentos por venir. Mejor no apresurarse en los juicios y valoraciones, pero lo único cierto es que el tiempo de Rajoy como Presidente se acabó. Muchos, muchísimos se alegraran sin disimulo. Otros nos situamos a la expectativa, deseando suerte al que llega en la misma medida que huimos de hacer leña del árbol caído.