MADRID, 21 Abr. (OTR/PRESS) - La medicina de familia se ha convertido en ese destino al que ningún facultativo quiere ir. Las consultas desbordadas de pacientes y la absurda burocracia que les roba un tiempo que deberían dedicar a su labor de atención, ha convertido a los ambulatorios en un frente de batalla. Además del riesgo de sufrir agresiones físicas y verbales, porque los centros de salud son los que tienen las tasas más altas de esta conducta incívica y repugnante. Resulta comprensible, por otro lado, que tras haber estudiado una de las carreras universitarias más larga y difícil y haber superado el examen de MIR, los futuros profesionales sanitarios quieran ejercer en un centro donde el prestigio y la investigación sean metas alcanzables.