Aberdeenshire, la puerta a las Tierras Altas

Bosques de Aberdeenshire
Foto: CEDIDA
Vista del centro de Aberdeen desde el puente al pu Playa de Aberdeen Colina en Aberdeenshire Jardines señoriales Castillo de Crathes Caza con halcones Castlegate,en Aberdeen Las Highlands
Actualizado: viernes, 11 abril 2014 16:37

Por Marta Imízcoz

   Escocia, y en especial sus Tierras Altas, se ha mostrado siempre como un destino agreste y salvaje, donde castillos y fantasmas de años pasados se encuentran con el turista.

   Aberdeen, la tercera ciudad más grande del país (después de Edimburgo y Glasgow) aparece como portal de entrada a un mundo de leyendas y donde el verde de la hierba se mezcla con el granito de los edificios dando lugar a un paraje único.

LA CIUDAD DE GRANITO, PETRÓLEO Y NATURALEZA

   Aberdeen es una ciudad de apenas 210.000 habitantes, la mayoría trabajadores de las petrolíferas del Mar del Norte que encuentran en esta localidad un refugio a las largas temporadas en alta mar y que supone un 45% de la población del lugar entre los trabajadores de las plantas de extracción, los marineros de los cargueros y los empleados de las oficinas y empresas de mantenimiento.

   Lo primero que llama la atención al llegar es la monocromía general del paisaje, donde apenas un toque de color blanco de los escaparates resalta entre el gris del granito de los edificios, cuya extracción se realiza en las canteras cercanas y que llevan abasteciendo a la ciudad desde el siglo XVI.

   Sin embargo, en el centro de la ciudad y los barrios residenciales de las afueras, brillan con luz propia sus jardines, que los escoceses cuidan con esmero y que en primavera su tornan de amarillo por la floración masiva de narcisos.

   Además, a unos escasos metros del centro de la ciudad se abre la inmensidad del océano, que se vuelve aún más bella observándola desde alguna de las verdes colinas que antaño servían de muralla natural de la ciudad.

   Justo en el centro, se yergue un imponente complejo de inspiración gótica: el ayuntamiento, que alberga en su interior también los juzgados y la cancillería del condado en tres edificios cuya entrada principal está custodiada por una estatua ecuestre del gran rey escocés Robert Bruce, representante de la independencia escocesa.

   Este edificio se encuentra justo enfrente de la Plaza del Castillo (llamada Castlegate), donde ayer y hoy se reúnen cada día comerciantes ambulantes para vender todo tipo de carnes, quesos y viandas.

LOS ENCANTOS DEL 'SHIRE'

   Abandonando la ciudad, salimos al encuentro de las Tierras Altas que tantas leyendas albergan, desde el monstruo habitante del cercano Lago Ness, cerca de Inverness, a los cientos de fantasmas de los castillos, víctimas de todo tipo de tragedias.

   Pero, para los amantes de lo profano, el condado de Aberdeenshire posee más de 50 destilerías del mejor wishky, que además de visitas ofrecen catas o incluso rutas entre ellas.

   Además, el encanto rural de los alrededores puede servir de escapada del bullicio y la oportunidad para realizar actividades únicas como rutas a caballo, tiro con arco o incluso asistir a cacerías con halcones amaestrados.

TIERRA DE CASTILLOS

   Otra ruta imprescindible para el turista es visitar los 17 castillos de la zona, donde se encuentran desde antiguas bellezas castigadas por el paso del tiempo como el castillo de Dunnotar a la actual residencia de verano de la reina, el castillo de Balmoral.

   El castillo de Dunnottar se encuentra en la localidad pesquera de Stonehaven y se sitúa sobre una colina, justo al borde de un acantilado. Los salones donde los últimos reyes pictos antiguamente ofrecieran fiestas y banquetes ya derruidos y desprovistos de sus bellos techos y tapices, se convierten hoy para los turistas en un lugar mágico, a la par que romántico, que se presta tanto a las visitas como a las celebraciones especiales.

   No podríamos pasar por alto la oportunidad de hablar de el castillo de Balmoral, la residencia estival de la reina Isabel II y que fue en su origen la casa de caza del rey Robert Bruce, que posteriormente pasara a Alexander Gordon, del clan Huntly. La propiedad pasó a ser de la Casa Real británica en 1892, cuando el rey Alberto compró el castillo para su esposa, Isabel II, tras una breve estancia en la que ella se quedó prendada del lugar, al que denominaría "su querido paraíso en las Highlands".

   También importante es la visita al castillo de Crathes, del clan Leys, bien por sus bellos jardines y las sobrecogedoras vistas desde las torres de éste, que dejan ver los espesos bosques que antaño fueran las tierras de caza de las familias que allí vivían, o por los secretos que éste encierra.

CRATHES, MISTERIOS ESCONDIDOS ENTRE LAS PAREDES

  El castillo, cuya obra más reciente es del siglo XVIII, se encuentra cerca de Banchory, una pequeña localidad rural, y cuyas tierras fueros cedidas a la familia Burnett de Leys por el propio Robert Bruce, junto con su cuerno de caza que aún sigue colgado sobre la chimenea de la sala principal, para agradecer a la familia su apoyo en la guerra contra Inglaterra.

   En ella se encontraron recientemente los restos del que podría ser el primer calendario del mundo, que no sólo marcaba los días y meses, sino también las fases lunares.

   Pero uno de los misterios más inquietantes es la existencia de la Dama Verde, que habita en la antigua guardería del castillo, donde también se han encontrado restos aparentemente humanos entre sus paredes. Aunque no está muy clara su identidad, parece surgir después de la trágica muerte de Bertha, la prometida del joven señor del castillo, que fue envenedada por la madre de éste para impedir su casamiento.