Un investigador de la Universidad de Huelva califica de "gran desastre" el incendio de Almonaster

El doctor ingeniero de Montes y profesor titular de la Universidad e Huelva (UHU) en el Departamento de Ciencias Agroforestales, Juan M. Domingo Santos.
El doctor ingeniero de Montes y profesor titular de la Universidad e Huelva (UHU) en el Departamento de Ciencias Agroforestales, Juan M. Domingo Santos. - UNIVERSIDAD DE HUELVA
Publicado: viernes, 4 septiembre 2020 17:47

HUELVA, 4 Sep. (EUROPA PRESS) -

El doctor ingeniero de Montes y profesor titular de la Universidad e Huelva (UHU) en el Departamento de Ciencias Agroforestales, Juan M. Domingo Santos, ha calificado de "gran desastre" el incendio declarado el pasado día 27 de agosto en Almonaster la Real y que se encuentra en fase de extinción tras su control.

Domingo Santos participa actualmente en el proyecto Interreg-POCTEP 'Centro de Información y Lucha contra Incendios Forestales' (Cilifo) como responsable de una línea de investigación orientada a la planificación forestal para la prevención de grandes incendios y también formó parte del grupo de trabajo que elaboró las estrategias de restauración del incendio de Doñana sufrido en junio 2017, según ha informado la Onubense en nota de prensa.

De este modo, el ingeniero de Montes ha explicado que las consecuencias del fuego van desde la erosión del suelo a la pérdida de la biodiversidad de la zona, sin olvidar la producción maderable, la merma de pastos y la bellota para la montanera.

Para Domingo Santos, "aunque el Plan Infoca tardará unos días en hacer pública una evaluación de una cierta precisión sobre el incendio, es evidente que se trata de un gran desastre".

En este sentido, ha apuntado que se han dado "las circunstancias favorables" para que se produzca "un gran incendio" en cuanto a alta temperatura, baja humedad del combustible y del aire, y fuerte viento.

En estas condiciones el fuego atraviesa "fácilmente" barreras naturales, como ríos y riveras, o barreras artificiales, como cortafuegos, carreteras, líneas de defensa, etcétera. "No es necesaria la continuidad del combustible, pues los vientos trasladan rápidamente pavesas incendiarias que pueden generar focos secundarios a centenas de metros".

Ante esta situación, para este investigador de temas como la planificación forestal, territorial y gestión del paisaje, así como de suelos y ecología forestales, la única valoración positiva que puede realizarse del fuego es "que no se ha producido ninguna desgracia personal y que, después de la terrible jornada del sábado, con menos calor y menos viento, el dispositivo del Infoca pudo desplegar toda su eficacia de extinción".

PÉRDIDAS

En cuanto a sus consecuencias, ha señalado que la situación "no se presenta nada halagüeña". Y es que este experto tiene claro que "el fuego es un fenómeno "muy destructivo", por lo que "la lista de daños es extensa, puesto que, además, se ha quemado todo tipo de formaciones vegetales".

A nivel general, uno de los aspectos negativos más relevantes será "la erosión del suelo y el arrastre de cenizas a los cauces cuando se produzcan las primeras lluvias, especialmente si se da algún fenómeno torrencial", ha explicado Santos.

Además, ha añadido que "son varios e importantes los efectos que estos fuegos tienen sobre toda la sociedad, pues perdemos paisajes de gran valor, como los que forman el encajonamiento del Odiel y sus arroyos y el conjunto paisajístico que constituye el mosaico de cubiertas forestales tan variadas que hay en toda la zona incendiada".

Junto a estos desastres, el incendio también produce de golpe la emisión de enormes cantidades de CO2, además de la contaminación en partículas en suspensión "que puede generar problemas respiratorios a personas sensibles, sin olvidar que se ve afectada la biodiversidad de la zona, pues existen interesantes hábitats de interés comunitario y especies amenazadas como el brezo de las minas (Erica andevalensis)".

ECONOMÍA

En el aspecto económico, este profesor de la Universidad de Huelva recuerda que "los propietarios de dehesas perderán parte de la producción de pastos de otoño, esperando que no se haya producido la pérdida de cabezas de ganado por el fuego, pero, sobre todo, se van a quedar sin la producción de la bellota para montanera durante muchos años, hecho lamentable pues, además, las dehesas ya se encuentran muy afectadas por el decaimiento de encinas y alcornoques".

Del mismo modo, "los pinares, bien sean de regeneración natural o de repoblación, son los grandes colonizadores, creadores y protectores del suelo. Su presencia genera ambientes umbrosos, regula el ciclo hidrológico, fija CO2, produce madera, piña y biomasa, y facilita la instalación de otras especies más exigentes, como la encina y el alcornoque. En consecuencia, su pérdida es algo muy lamentable que deberemos intentar restituir".

Por su parte, Domingo Santos ha aclarado que "estos árboles que tan mal se miran desde la sociedad urbana, hacen un trabajo que difícilmente puede hacer cualquier otra especie en la gestión de los recursos hídricos y de los nutrientes, y proporcionan producciones suficientes para que los montes particulares sean económicamente viables".

"Si su gestión es adecuada, son formaciones que desempeñan un papel significativo en la conectividad ecológica, en el mantenimiento del territorio forestal (frente a las transformaciones agrícolas) y no son la causa principal de la extensión de los fuegos, como parecen querer trasmitir algunos artículos de prensa", ha indicado.

Por último, en materia de vegetación, este investigador también señala que "el matorral es una cubierta de gran importancia ecológica, aunque es la más asociada a la propagación del fuego. Las distintas formaciones de arbustos son hábitats de interés comunitario, fundamentales para la biodiversidad y la actividad cinegética. Su presencia y extensión suele verse favorecida por los incendios, al menos la de las especies denominadas pirrófitas".

De otro lado, este profesor, como miembro del proyecto Interreg-POCTEP 'Centro de Información y Lucha contra Incendios Forestales' ha afirmado que, "según las estadísticas, el número de incendios forestales de cada año tiende a la baja. La sociedad está más concienciada y los regímenes sancionadores son muy fuertes. Además, los dispositivos de detección y extinción son muy eficaces y la mayor parte de los fuegos se quedan en pequeños conatos".

Sin embargo, los fuegos que sí logran convertirse en incendios han ido aumentando en su extensión media, "dada la gran dificultad de extinción, cuando la situación es desfavorable". Así, Santos asevera que "el enorme impacto de estos grandes incendios es traumático para la sociedad, especialmente cuando se ven amenazados vidas y bienes de zonas urbanas, como ha sido este caso".

A su juicio, las causas de esta "virulencia creciente" de los incendios van desde el calentamiento global, "que hace que de forma general el arbolado se encuentre sometido a mayor estrés hídrico y que los combustibles se encuentren muy secos e inflamables, a la desaparición de los usos ganaderos y de recogida de leña en el monte, que ejercían un eficaz control de la acumulación de combustible, pasando por la existencia de personas que cometen negligencias de consecuencias fatales, sin olvidar los casos de intencionalidad".

CAMBIO CLIMÁTICO

En este contexto, Domingo Santos expone que el cambio climático está influyendo también de forma decidida en este fenómeno: "El fuego es una característica natural de la mayor parte de los bosques, en especial en la región mediterránea y zonas subtropicales. Con el cambio climático se están generalizando grandes fuegos en zonas donde eran muy raros, como Canadá o Siberia", ha explicado.

Por todo ello, este profesor de la Onubense considera que "no es fácil hacerle frente a esta enorme fuerza destructora capaz de generar su propia meteorología" por lo que "hay que buscarle el punto débil en el suministro, si se manejan adecuadamente los combustibles se debilita la intensidad del fenómeno y se le puede atacar".

Leer más acerca de: