Innova.- Científicos de la UPO aumentan la eficiencia de un tipo de célula solar introduciendo sales iónicas

Actualizado: domingo, 29 marzo 2009 14:22

SEVILLA, 29 Mar. (EUROPA PRESS) -

Un grupo de científicos de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), encabezados por Juan Antonio Anta, están desarrollando un proyecto para optimizar un tipo de célula fotovoltaica, denominada célula de 'Grätzel', que imita de forma artificial el proceso de la fotosíntesis, dentro del proyecto 'Consolider HOPE', unos proyectos financiados por el Ministerio de Innovación y Ciencia.

En una nota, Andalucía Investiga indicó que las células de Grätzel son dispositivos fotovoltaicos que aprovechan la interacción de un semiconductor estructurado con unas dimensiones inferiores al nanómetro y un colorante orgánico que hace las veces de captador solar.

Este colorante, según explicó uno de los miembro del grupo Coloides y Celdas Solares Nanoestructuradas de la UPO, Elena Guillén, puede ser tanto sintético como natural, e incluso permite el uso de la clorofila para este tipo de células.

Así, los investigadores de la UPO han iniciado un estudio con el que pretenden mejorar la eficiencia de estos componentes orgánicos (basados en eosina o mercurocromo) con la introducción de sales iónicas, los conocidos como disolventes verdes, buscando evitar la evaporación de los compuestos líquidos y la consecuente pérdida de eficiencia.

Las sales iónicas, según estudios previos, son menos volátiles, una característica que el grupo encabezado por el profesor Anta pretende explotar.

"Pese a su estado líquido, este tipo de disolventes presenta una viscosidad alta, por lo que en los próximos meses vamos a seguir con el estudio trabajando en distintas alternativas dentro de los líquidos iónicos, su síntesis, entre otros", indicó Guillén.

NUEVA GENERACIÓN

Asimismo, los investigadores afirmaron que, aunque ya están puestas a la venta algunas células solares de tercera generación (por ejemplo, para la recarga de teléfonos móviles), su utilización práctica es "anecdótica".

"Por sus características de flexibilidad y variedad de colores y formas, el futuro de estas celdas está en nuevos nichos de mercado que pasan por la decoración o por su uso en ventanas de colores que, mientras dejan pasar la luz, aprovechan para generar electricidad", añadieron.

Por otro lado, a la rápida recuperación del coste energético de la producción --se estima que en un año de uso-- se le suma un bajo coste con respecto a los materiales. "Lo orgánico, normalmente, suele ser más barato", afirmó Guillén, "pese a que aún se sigue trabajando en la búsqueda de un colorante orgánico alternativo al usado actualmente, derivado del rutenio".

"La paradoja está en que, si usas estas celdas porque su punto competitivo frente al silicio es que son más baratas y ampliamente disponibles, pero utilizas como colorante uno basado en material precioso, ¿cuál es la ventaja?" apuntó Guillén.

Por el contrario, los investigadores encuentran que es una tecnología relativamente nueva, ya que en 1991 se inventó este tipo de celda, a la que "todavía le queda mucho para desarrollarse". Además, aclaró que el máximo de eficiencia en un laboratorio "sólo del once por ciento, que es competitivo, pero cuando se extrapola a escala industrial, disminuye".

El principal reto tecnológico actualmente está en el problema de la degradación de las celdas, un tema donde advirtió de que si se usa un colorante orgánico, éste puede degradarse por la acción de la luz solar, disminuyendo su periodo de vida con respecto a las celdas de silicio.

Por otra parte, este grupo trabaja en la mejora de la estabilidad de las celdas, evitando el uso de medios líquidos que puedan presentar problemas de evaporación, donde su apuesta pasa por las sales iónicas".