Daniel Rodríguez Moya estudia la poesía nicaragüense del siglo XX, "vinculada por la búsqueda de la propia identidad"

Actualizado: martes, 6 abril 2010 17:31

Afirma que Rubén Darío fue "una guía importante, pero también hizo sombra a otros autores importantes"

GRANADA, 6 Abr. (EUROPA PRESS) -

El poeta y periodista granadino Daniel Rodríguez Moya ha publicado recientemente en Visor Libros, 'Antología. La poesía del siglo XX en Nicaragua', donde recoge un estudio sobre la actividad poética en el país latinoamericano, subrayando como principal característica que vertebra todo el análisis, "la búsqueda de la propia identidad de la poesía y los poetas".

En una entrevista concedida a Europa Press, resaltó que "la poesía nicaragüense refleja la búsqueda de la propia identidad, sobre todo, tras alcanzar la independencia de la metrópolis, España, incluso un poco antes con la poesía de Rubén Darío". En este sentido, añadió que "éste inauguró la poesía local y la moderna, dando inicio a la búsqueda de la identidad, que obsesionó a los poetas, en especial, por encontrar los rasgos identificativos de la nación".

Asimismo, esta búsqueda, según apuntó, "llega hasta nuestros días, pues se prologó después de Darío". De esta manera, explicó que los poetas posteriores a éste también continuaron esa búsqueda, como los que rompen con el modernismo como Salomón de la Selva o Alfonso Cortes y los referentes de la gran poesía de vanguardia que rompen con un nuevo lenguaje e indagan en las raíces indígenas del país como Pablo Antonio Cuadra o José Coronel Urtecho.

Rodríguez Moya apuntó que esta búsqueda "se eleva en el poeta Ernesto Cardenal y en la post-vanguardia y en el sandinismo, donde esa búsqueda se une a la lucha frente a una segunda independencia, primero de España y después de los Estados Unidos, que siempre interfirió en los asuntos nicaragüenses.

Al hilo de esto, afirmó que el fenómeno de la identidad también se notó en la poesía de la época pre-revolucionaria, es decir, en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, cuando "la poesía se hizo más política que nunca, llegando a ser panfletaria", si bien, precisó que esto fue "necesario".

En este sentido, aclaró que "los poetas que tiraron del panfleto supieron evolucionar como Gioconda Belli, incluso los más jóvenes, que aunque le dieron la espalda a la poesía revolucionaria y la exaltación patria, a su modo tenían esa búsqueda como objetivo".

Rodríguez Moya, uno de los co-directores del Festival Internacional de Poesía de Granada, reiteró ésta como "la principal característica a nivel temático de la poesía del país latinoamericano del siglo XX". No obstante, aseguró que "además, en la producción poética de Nicaragua existió un faro guía importantísimo, que al mismo tiempo produjo zonas de sombras, es decir, la obra de Rubén Darío iluminó todo el siglo XX, pero dejó muchas sombras, pues provocó que poetas muy importantes se quedarán ensombrecidos por los versos de Darío".

"MÁS COLECTIVA QUE INTIMISTA"

Por otro lado, el autor de la 'Antología. La poesía del siglo XX en Nicaragua' señaló que en Nicaragua se daba "una doble búsqueda, el yo del poeta y el yo en el entorno, pero siempre prevaleciendo la condición del entorno, pues éste se presentaba con mucha fuerza en los poetas". Además, subrayó que "la gran tradición poética nicaragüense mira más a lo colectivo que a lo individual".

El periodista granadino confesó que su interés por la poesía de Nicaragua comenzó hace cinco años tras un viaje al país, donde conoció a más representantes de la lírica local, más allá de Gioconda Belli, Ernesto Cardenal o Claribel Alegría, y constatando que "había una gran poesía por descubrir en España".

"Es complicado elegir a un poeta", apuntó, si bien, se quedó con algunos representantes por periodos. Algunos de los que mencionó fueron José Coronel Urtecho, "desconocido pero fascinante"; Salomón de la Selva y su libro 'El soldado desconocido', donde narra su lucha en la I Guerra Mundial.

Además, recordó a Gioconda Belli, que supo conectar con el público a través de su narración en su poesía, Claribel Alegría, "la discípula viva de Juan Ramón Jiménez", y en la poesía joven, resaltó a Carlos Fonseca, que con 20 años ganó el Premio Loewe Joven.