Los residuos generados por bombas atómicas de EE.UU en Palomares (Almería) llegarán a El Cabril, según los ecologistas

Actualizado: domingo, 29 octubre 2006 12:39

CORDOBA, 29 Oct. (EUROPA PRESS) -

Ecologistas en Acción pronosticó hoy la futura llegada a la provincia cordobesa, al almacenamiento de residuos radiactivos de baja y media actividad de El Cabril, de los residuos que generaron dos bombas atómicas de Estados Unidos (EE.UU) en Palomares (Almería) en los años 60 del pasado siglo.

En declaraciones a Europa Press, el portavoz de Ecologistas en Acción para temas relacionados con El Cabril, Juan Escribano, aseguró que, "después del acuerdo alcanzado entre los gobiernos español y estadounidense, por el que éste último asume el gasto que implicará descontaminar, 40 años después, la playa y el subsuelo de la propia localidad de Palomares, donde dejaron caer accidentalmente desde un avión dos bombas atómicas que se incendiaron y provocaron una grave contaminación radiactiva", en enero de 1966.

Entonces fueron los estadounidenses los que se encargaron de llevarse a su país 1,6 millones de tierra contaminada, la afectada a nivel de superficie por las dos bombas incendiadas (otras dos cayeron al agua y se recuperaron integras), pero no se hicieron estudios en profundidad sobre la contaminación que quedaba en el subsuelo, y ahora "la arena de la playa y la tierra del subsuelo de Palomares que aparezca contaminada con uranio y plutonio en grado bajo y medio será trasladada a El Cabril".

A juicio de Escribano, esta será la decisión que se adoptará, después del precedente que supondrá la llegada, la próxima primavera, de los 6.000 metros cúbicos de tierra radiactiva que, procedente del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) de Madrid, también tendrá en las celdas de almacenamiento de El Cabril, en el término municipal de Hornachuelos, su destino final.

Escribano llamó la atención, por otro lado, sobre el hecho de que haya sido "el 'boom' urbanístico el que haya sacado a la luz estos residuos radiactivos, porque no se habría planteado la descontaminación de los suelos afectados, hasta ahora declarados como no urbanizables, si no llega a ser porque los propietarios han planteado su urbanización".

Ello implicó, según detalló Escribano, "la realización de pruebas que han demostrado que, a metro y medio de profundidad, los índices de contaminación por uranio y plutonio son bastante importantes, y de ahí se ha llegado a que Estados Unidos haya aceptado pagar el coste del proceso de descontaminación de dichos suelos, que llevará a cabo la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa), y esa tierra y arena de playa contaminadas con radiactividad la llevarán a el Cabril", que gestiona Enresa.

A modo de conclusión, Escribano reconoció que la llegada de esos residuos radiactivos a El Cabril supondría, como en el caso de la tierra contaminada del Ciemat, "un mal menor, porque hablamos de evitar daños más graves si se dejaran esos residuos donde están ahora, y ahí radica el problema, que El Cabril, a cuya propia existencia nos oponemos desde su creación, seguirá acogiendo residuos radiactivos mientras los generemos, y la solución pasa por renunciar a la energía nuclear, salvo en el ámbito de la Medicina, pues resulta evidente que el hombre no controla esta energía".

De hecho, Escribano recordó que, precisamente, "el movimiento ecologista surgió en la provincia cordobesa como reacción contra el cementerio nuclear, y por ello, salvo en situaciones en las que el mal sería mayor, nuestra posición sigue siendo la de que losresiduos radiactivos se queden donde se han generado, por ejemplo en las centrales nucleares, hasta que se descubra la forma de eliminarlos sin peligro".

La cuestión, según Escribano, es que, "mientras se sigan generando residuos radiactivos, los cordobeses seguirán asumiendo el riesgo de implica la existencia de El Cabril, una instalación que, a pesar de las promesas de distintos gobiernos, no hace otra cosa que crecer, y a ello ayudan además los accidentes, como el ocurrido en Acerinox, en Cádiz, que supuso la llegada de una gran cantidad de residuos radiactivos a El Cabril, donde se habilitaron para ello nuevas zonas de almacenamiento".