UNIA.- Experto afirma que el término "histórico" se ha trasgredido en la comprensión de la ciudad

Actualizado: viernes, 5 septiembre 2008 13:47

BAEZA (JAÉN), 5 Sep. (EUROPA PRESS) -

El arquitecto y profesor de Proyectos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada Rafael Soler Márquez, que participa en el curso 'Sucuencias de ciudad: rehabilitación integral de centros históricos de Andalucía' en la sede de Baeza de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), afirmó hoy que es necesario "analizar el sentido que tienen las palabras" en relación a la labor del arquitecto y por parte de la sociedad y advirtió de que actualmente hay "una trasgresión del término 'histórico'" en la comprensión de la ciudad.

En rueda de prensa, abogó por matizar el sentido de rehabilitación, entendiéndolo "en el sentido de no tanto rehabilitar un inmueble o hacer que pueda tener un uso nuevo" sino, "sobre todo, darle un sentido nuevo a ese espacio".

"Un arquitecto --añadió al hilo de esto-- lo que hace es darle un sentido a un espacio construido". Por ello, opinó que "lo que se necesita realmente en la ciudad histórica son muy buenos arquitectos, que puedan comprender muy bien" este espacio concreto. Asimismo, dijo que "hay otra cuestión complementaria a esto, que es el desplazamiento del sentido que la palabra histórico tiene cuando se aplica a las edificaciones y a la ciudad".

"Con frecuencia --continuó -- se sustituye, bien por distracción o por falta de atención, el sentido de la palabra histórico con el sentido de la palabra antiguo" de manera que, aseguró, "el valor de la ciudad histórica se sustituye por el valor de la antigüedad". El arquitecto criticó este hecho como "una interpretación banal de la historia, que adjudica un valor más comercial, y rapta una condición más importante de la ciudad", puesto que "la quita de la historia, para convertirla en una cuestión fuera de la historia, museable, que se queda al margen".

Soler Márquez aseveró que este fenómeno "de sustituir la ciudad histórica por ciudad antigua es más cómodo administrativamente" porque entonces "se remite el valor de esta arquitectura" no tanto al juicio de la sociedad que aseguró que es necesario, sino "a una cantidad de antigüedad".

Ante este hecho, el experto opinó que "el valor antigüedad hay que sustituirlo", ya que "el lenguaje tiene mucho de formación de aquello que luego se va a realizar en las acciones". En consecuencia, "aparecen todas las obsesiones que tienen que ver mucho con algo que está muerto", afirmó refiriéndose a la conservación de los edificios alejándolos del uso cotidiano. El experto aseveró que esto "es una traición al sentido verdadero de la historia de la ciudad y la arquitectura".

Soler Márquez insistió en que "es fundamental que la ciudad sea un organismo vivo", algo que consideró "inevitable". No se puede entender, apuntó además, "la ciudad en clave de imagen", ya que esto "convierte la ciudad en un decorado, en un parque temático de sí misma".

Al hilo de esto arguyó que "la idea de integración no es que pase un edificio disimulado", sino de que la arquitectura contemporánea "deje también su estrato, y como consecuencia haga histórica a la ciudad" y que lo haga teniendo en cuenta "lo mejor de la cultura" del país, incluso "con el entendimiento contemporáneo de la historia". El arquitecto consideró, respecto a algunas actuaciones en los cascos históricos de España, que "se han perpetrado muchas fechorías, siempre en los mismos sentidos", aunque también afirmó que es probable que a lo largo de la historia "se hayan hecho destrozos equivalentes".

Además, señaló que actualmente la sociedad y los arquitectos deben entender que "ser contemporáneo es la única forma de ser respetuoso con la ciudad", por lo que apostó por "llegar a un convenio social para entender" que la relación con la ciudad no debe ejercerse "en una clave epidérmica", ya que se trata de "un lugar social". En relación a esto último, el arquitecto reconoció que "hacer de la ciudad un ente vivo" provoca "las mismas contradicciones de la vida, que son normales". No obstante, opinó que el ciudadano debe "abrir los ojos, y vivir la ciudad de una manera atenta, viva, intentando pensar y construir opiniones".