El historiador de arte Enrique Valdivieso considera "lamentable" el expolio francés en Sevilla en 1810

Actualizado: miércoles, 22 julio 2009 16:38

Insta a las autoridades municipales e instituciones culturales a "poner los colores en la cara" a los responsables

SEVILLA, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Centro de Estudios Andaluces y la editorial Renacimiento presentó hoy en Sevilla la edición fascímil de la obra de Manuel Gómez Ímaz sobre la incautación de obras de arte durante la ocupación francesa, 'Inventario de los cuadros sustraídos por el gobierno intruso en Sevilla. Año 1810', con prólogo del catedrático de Historia del Arte Enrique Valdivieso, quien consideró "lamentable" el expolio francés en Sevilla.

En la rueda de prensa de presentación, Valdivieso presentó el libro como recuerdo de "un episodio triste" de la ciudad de Sevilla, "injusto y olvidado", que se da a conocer en paralelo al movimiento que se está dando en Grecia para pedir la vuelta de los mármoles del Partenón, a diferencia de que éstos fueron vendidos y las obras pictóricas en Sevilla fueron robadas en cantidades cercanas a los 400 cuadros, "no hubo compras, sino imposiciones".

Dijo que el libro, fruto del manuscrito que Gómez Ímaz se encontró en el Alcázar donde se recogían las pinturas robadas en 1810 y que posteriormente incluso publicó en la obra escrita en 1896, es "una joya por el valor del contenido".

El catedrático explicó que estos episodios se produjeron en tiempos de guerra y como tal "todo puede ocurrir". Aunque, precisó que en este caso hay un atenuante y es que "Sevilla capituló ante los franceses, quienes se comprometieron a respetar la vida y el patrimonio de la sociedad hispalense".

Continuó diciendo que, pese a esto, los franceses llegaron a la ciudad con "la idea premeditada" de crear un museo en honor de Napoleón que reuniera las mejoras obras del imperio francés. A su llegada a Sevilla, éstos presentaban una lista de las mejores obras que tenían que llevarse y donde se encontraban éstas, gracias a la información recabada en libros de artes como el de Palomino o el 'Diccionario de Artistas Españoles', de Cea Bermúdez, es decir, "venían a tiro hecho".

Las obras requisadas en iglesias, conventos, monasterios, hermandades o Catedral fueron a parar al Alcázar reuniendo un total de 999 pinturas, de las cuales, 400 eran obras maestras de artistas como Murillo, Pachecho, Zurbarán o Herrera el Viejo. Éstas fueron las que partieron para tierras francesa en número de 150 y el resto para Madrid. Valdivieso indicó que el valor actual de las obras, sacadas de la ciudad de forma "brutal y injusta", sería "incalculable".

Con la Guerra de la Independencia y la posterior caída del Imperio Napoleónico el museo ideado no se llevó a cabo, por lo que se dieron casos como el del Mariscal Soult, que calificó como "infame y robo nefasto". Éste no cedió sus cuadros al museo, sino que prefirió "llevarlos a su propia casa". A su muerte, sus herederos subastaron públicamente las obras, lo que hizo que "se repartieran por todo el mundo".

Valdivieso lamentó que "se desmanteló el patrimonio artístico de la ciudad, como la serie de los Murillo del Hospital de la Caridad, que en su conjunto cumplían una misión catequística pues explicaban las obras de misericordia que tenían que cumplir los hermanos de la caridad para ir al cielo, como así pretendía Miguel Mañara". En este sentido, añadió que hoy están en Ottawa, Washington o Londres, lo que de esta forma "pierden su valor y sentido".

Al hilo de esto, señaló que el Hospital de la Santa Caridad ha encargado copias de las mismas, "no con el objetivo de olvidar el expolio, sino para que las paredes sigan diciendo lo mismo". Resaltó que "Sevilla fue privada de muchas de sus señas de identidad" por parte de los franceses, quienes mostraron su obsesión por Murillo.

CAMPAÑA PARA PONER LOS COLORES EN LA CARA

Valdivieso, que está promoviendo una tesis para determinar el paradero de todas las obras que aparecen en el inventario de Gómez Ímaz, alentó a los medios a "reivindicar y dar la lata sobre el asunto, para decir que no estamos de acuerdo con el expolio injusto", aunque dejó claro que "nunca volverán los cuadros".

Del mismo modo, animó para iniciar "una campaña, no para recuperar lo perdido, pero si parar poner los colores en la cara de quienes se han adueñado del patrimonio sevillano". Asimismo, lamentó y consideró "penoso" que las instituciones culturales de la ciudad no se inmuten ante el caso y no se sientan agraviados o molestos, algo que corrobora que las ciudades tienen lo que se merecen".

Manifestó que, mientras en Atenas surge un sentimiento patrio en recuperación de los mármoles, en Sevilla "nadie hace nada, no muestran su rabia o su indignación" y planteó como una posible vía de reivindicación la intervención de la Unesco.

En este sentido, apuntó que "el Gobierno no tiene nada que decir y que la reclamación tiene que partir de Sevilla, aunque el Ayuntamiento no está por la labor, pues no se prestan a recordar el expolio, ni en una hipotética exposición en el aniversario en 2010, pues no son temas gratos por el incordio para las autoridades".

El expolio de la ciudad fue "inigualable" en comparación con la de otras ciudades y explicó que "una mínima parte volvió a España por las reclamaciones que Franco llevó a cabo, aunque se quedaron en el Museo del Prado como la "más bella" Inmaculada de Murillo o los cuadros de Santa María la Blanca. Aunque aclaró que "nada fue gratis", pues siempre se produjeron a cambio de algo, en el primer caso por un Velázquez repetido.