"Intervenir en el patrimonio requiere cierta humildad para no desnaturalizar los edificios", asegura una experta

Actualizado: miércoles, 8 julio 2015 8:43

CARMONA (SEVILLA), 22 Jul. (EUROPA PRESS) -

La catedrática de la Escuela Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla Marías Dolores Robador, considera que "intervenir en el patrimonio supone una gran responsabilidad y requiere una buena dosis de inteligencia, racionalidad y de cierta humildad para no desnaturalizar los edificios".

"Quizá ahora sea más interesante el 'mantener', el mejorar lo existente y no tanto la gran intervención. Es muy importante ocuparse de mantener los edificios, recogiendo sus bondades anteriores. Es más fácil la gran inversión, continuar no brilla, mantener es más que alcanzar", ha añadido.

Esta experta ha hecho estas declaraciones durante el curso 'Quién rehabilita el patrimonio', organizado por la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en Carmona (Sevilla), dirigido por el arquitecto José María Cabeza Méndez y la historiadora Menchu Sarrión Rodríguez, donde ha impartido la conferencia 'Intervención en Patrimonio'.

En cuanto al estado de salud del patrimonio español, Robador señala que "España es uno de los países más ricos en patrimonio histórico de todas las épocas. Hay mucho hecho pero queda tanto por hacer". En su opinión, "la crisis económica en cierto sentido ha influido positivamente para evitar acciones desmesuradas, atendiendo a las esencialidades y prescindiendo de lo accesorio".

No obstante, ha reconocido que "también es cierto que ha reducido la inversión pública en restauración y rehabilitación de edificios que lo precisan con urgencia, lo que está llevando a buscar la iniciativa privada para su recuperación y conservación con mucha imaginación y realismo, buscando respuestas eficaces".

En relación a lo que aporta el patrimonio a la sociedad, indica que "la vida del hombre fluye y se desarrolla en los espacios arquitectónicos. Una ciudad rica en patrimonio bien conservado, en diálogo con buena arquitectura contemporánea, con ricos espacios urbanos eficaces, donde los niños puedan jugar y los ancianos pasear bajo la sombra, nos enriquece, nos hace ser más conscientes de quiénes somos, nos hace más felices, da respuesta a las exigencias humanas de funcionalidad y belleza".

Por otro lado, señala que "es preciso reutilizar y acomodar formas históricas para proyectarlas a la vida actual. Un edificio sin uso rápidamente se transforma en una ruina. El Panteón de Roma lo hubiésemos perdido si no se hubiese transformado en una iglesia".

DESAPARICIÓN DE ARTESANOS

"Otro problema actual es la desaparición de artesanos, de profesionales con arte en su oficio, hoy son especies en extinción que deberíamos proteger, de hombres y mujeres que sientan verdadera vocación por su profesión, que trabajen con el mimo, la experiencia y la precisión que se requiere", añade.

"Las ideas, las formas y los espacios, heredados, que forman nuestro patrimonio, necesitamos proyectarlos al futuro. La ciudad necesita continuas transformaciones y readaptaciones fieles a sus raíces. Es cuestión de sensibilidad y cultura. En acertar nos jugamos todos el presente y el futuro del espacio de la vida", asegura.

"En literatura, escultura, música o pintura las obras se concluyen. En arquitectura no sucede lo mismo. La ciudad carece de esta cualidad, es viva, bulle. Si se paraliza su continua renovación la ciudad moriría, la vida desaparecería de sus calles y sus casas", destaca.

"No puede existir un tiempo vacío que impida narrar la historia. Cada época, si somos honrados a nuestro espacio y a nuestro tiempo, debe aportar creativamente a la época que le suceda, como anteriormente nos legaron a la nuestra", añade.

"Actuar en el patrimonio requiere pensar en la vida futura a largo plazo, más allá de las inmediatas modas que nos imponen. Más importante es garantizar la consolidación del espacio y formas esenciales, el alma del edificio", incide Robador.

"Somos eslabones de una cadena, una acción puntual en el tiempo. Por ello se requiere prudencia de los políticos, de la sociedad, de los técnicos, para preservar el carácter de los edificios y proyectar al futuro sus valores históricos", concluye.

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