El arzobispo de Zaragoza rechaza considerar a los inmigrantes como un problema o como "simple mano de obra barata"

Actualizado: sábado, 14 enero 2006 17:00

ZARAGOZA, 14 Ene. (EUROPA PRESS) -

El arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, ha manifestado que hay que evitar percibir a los inmigrantes como un problema "del que hay que defenderse" o como "simple mano de obra barata que sostiene nuestra economía". Así lo manifiesta en su última carta pastoral escrita con motivo de la 92 Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que la Iglesia celebra mañana domingo.

"Dos tentaciones han de evitar Europa y España ante la presencia de los inmigrantes, advierte Ureña, considerarlos como un problema serio que se nos viene encima y del que tenemos que defendernos, o considerar a estas personas, lo que también ocurre, como simple mano de obra barata que sostiene nuestra economía, habida cuenta de la escasez de población joven en Europa, este viejo continente que, por culpa de nuestro egoísmo, registra los índices de natalidad más bajos del planeta y amenaza con acabar siendo un continente de ancianos".

El prelado asegura que, contemplando el mundo de la inmigración desde la luz del Evangelio, "la Iglesia exhorta a todos a salir al encuentro de nuestros inmigrantes con esperanza, valentía, amor y también con la 'creatividad de la caridad', expresión feliz que debemos al gran Papa Juan-Pablo II".

Manuel Ureña explica que ellos son, igual que nosotros, hijos de Dios, "redimidos por la sangre de Nuestro Señor Jesucristo y personas humanas, inteligentes y libres, dotadas de la dignidad inalienable y de la sacralidad intangible que derivan de su ser personal creado. Con ellos, personas por lo general pobres, Cristo quiso identificarse de un modo singular".

Por eso, el arzobispo anima a "luchar por ellos y abrirles nuestro corazón de hermanos, para erradicar las vejaciones que sufren, entre las que se cuenta el tráfico de seres humanos, sobre todo, de mujeres" y a "contribuir a que encuentren un trabajo y se les remunere en igualdad de condiciones con los autóctonos".

También señala que hay que denunciar "proféticamente" la situación sociopolítica de los lugares de procedencia con el fin de que llegue el día en que nadie tenga que emigrar forzosamente de su país y concienciar a los Estados occidentales de la necesidad de ayudar a los países en vías de desarrollo, de los que proceden normalmente los inmigrantes.

El arzobispo de Zaragoza también defiende la necesidad de "cuidar pastoralmente sus almas para que conozcan a Dios y vivan la vida en plenitud y procurar se les reconozcan sus derechos ciudadanos". De este modo, "se sentirán sujetos agentes, con nosotros, de la construcción del barrio, de la ciudad, de la Iglesia y del mundo", asegura.

CAMBIO SIGNIFICATIVO

Por otra parte, el prelado se refiere en su carta pastoral al cambio significativo experimentado en el movimiento migratorio durante las dos últimas décadas. Así, señala como durante casi todo el siglo XX los españoles emigraron a América y a determinados países europeos, particularmente a la República Federal Alemana y a Francia.

Sin embargo, continúa, a partir de los años 80, el movimiento migratorio sufrió un cambio de tendencia y si en 1990 había en el Estado Español una población extranjera de aproximadamente un cuarto de millón de personas, 15 años después esta población sobrepasa los tres millones y medio.

El porcentaje sobre la población total asciende ya al 8,4 por ciento, aun cuando su distribución en el territorio varíe según regiones. En unas, las menos, oscila entre el 1,7 por ciento y el 5 por ciento. En otras, las más, entre el 10 por ciento y el 18 por ciento, precisa.

En cuanto al lugar de procedencia, el prelado recuerda que los extranjeros que se instalan en España proceden de América Latina, "algunas de cuyas naciones están asediadas por múltiples y muy graves problemas de índole política y económica" y de los países del Este Europeo, "los cuales asisten a la difícil transición del capitalismo de Estado de la ya extinta Unión Soviética a la economía de mercado libre y a la emergencia de la democracia, la cual no se encuentra todavía estabilizada".

También, de los países de África Norte y del Próximo Oriente, "que tienen pendientes tres revoluciones (la cultural, la política y la económica) no fáciles de conseguir" y del África Central y Subsahariana, "cuyas naciones, nacidas de la descolonización, no han encontrado todavía su verdadero camino". A estas causas de orden interno se añade el "fuerte impulso" ejercido por la globalización creciente a escala mundial, comenta Ureña.