El expresidente de CAI Fernando Gil no supo que la entidad arriesgaba demasiado, lo que se advirtió en 2007

 Fernando Gil, Expresidente De CAI
EUROPA PRESS
Actualizado: martes, 24 junio 2014 21:30

ZARAGOZA, 24 Jun. (EUROPA PRESS) -

El expresidente de Caja Inmaculada (CAI) Fernando Gil (2000-2006) no tuvo "conocimiento" de que la entidad de ahorro arriesgaba más que la media del sector en el ámbito inmobiliario, lo que se advirtió durante el mandato de Rafael Alcázar (2006-2008), en 2007. Han comparecido este martes ante la Comisión de Investigación de las Cortes que estudia la gestión de la entidad desde el año 2000 a 2013, donde también ha intervenido el expresidente Antonio Aznar (2008-2010).

Gil, que dejó la presidencia de CAI en 2006, ha atribuido el importante volumen de pérdidas a la crisis, pero más "a la estructura financiera, que se había volcado en el negocio inmobiliario".

En su opinión, "Caja Inmaculada empezó a tener serias dificultades por sus desequilibrios financieros, que previamente eran de gestión", añadiendo que "no éramos los mejores, tampoco los peores", la imagen de la entidad era "muy buena" y la fidelización de clientes "francamente interesante".

Fernando Gil ha resaltado que ha habido una veintena de cajas a las que les ha ido "mucho peor" y que la inversión en el sector inmobiliario era "una especie de epidemia dentro del sector", aunque él luchaba para apoyar más a la industria. "Era mucho más fácil firmar grandes préstamos a promotores inmobiliarios que se comían el mundo que olvidar que a lo largo 20 ó 30 años dos empresas habían hecho una suspensión de pagos".

Además "no hubo frenos", ya que el Banco de España alertó por primera vez a la entidad en 2008, es decir, que "fallaban los sistemas de ver qué podía ocurrir con esta situación de endeudamiento y exceso de gestión".

En CAI había un departamento de análisis de riesgos y un comité inmobiliario que veía las operaciones antes de llevarlas al Consejo de Administración, pero la responsabilidad máxima era de la Dirección General. En el comité se rechazaron algunas operaciones y se solicitaba más información a los promotores, pero el contexto era de "una riada que empujaba a hacer negocio".

FUNCIONAMIENTO

Fernando Gil ha señalado que una entidad de ahorro con 100 años de antigüedad como CAI tenía un concepto de gestión diferente de las empresas del sector industrial, de donde provenía el expresidente, exponiendo que el concepto de poder estaba "cada vez más catalizado en la Dirección General".

Los Consejos de Administración "no tenían el conocimiento de cómo tenía que funcionar la entidad, tal como ocurría en las empresas". Estos órganos tomaban "muy pocas" decisiones y no eran dinámicos, ha agregado. Era difícil consensuar "una decisión coherente".

Esta situación "hacía que los órganos de administración no fuesen tan eficientes como pudiesen ser" y, además, se produjo "un déficit tremendo", puesto que no se formaba a los nuevos miembros del Consejo.

DOCUMENTACIÓN

Por su parte, Rafael Alcázar ha explicado que en el Consejo de Administración "nunca había documentación previa repartida a los miembros" y que la comisión de control se dedicaba a controlar que no había ninguna ilegalidad y que las decisiones no se desviaban de las decisiones de la asamblea.

En la caja "siempre" había limitaciones de información, pero "los resultados eran francamente satisfactorios" y el beneficio fue creciendo, todo ello con el control interno y la auditoría externa de Deloitte.

La presidencia "era puramente representativa, institucional", y el titular dirigía los debates del Consejo, presidía los comités delegados. En el Consejo "no teníamos nunca acceso al conocimiento previo de las operaciones".

Aznar ha reseñado dos hechos relevantes. El primero fue una reunión en Madrid con la Confederación Española de Cajas de Ahorros, en la que se advirtió de la evolución del sector inmobiliario. Tuvo lugar en 2007 y ese mismo año el Banco de España propuso a CAI volver a los "orígenes", a las operaciones de activo y pasivo con familias y pymes, que la entidad se olvidara de las "grandes participaciones" en operaciones inmobiliarias.

En 2009 se convirtió en realidad su premonición, ya que la morosidad subió exponencialmente y "empezaron los impagados de los promotores, incluidos nuestros socios". La obligación de provisionar más las operaciones se reflejó en el balance. "Las cajas de ahorros las han gobernado los aparatos", ya que los órganos de gobierno "no eran ni dueños de las cajas y difícilmente podían saber lo que ahí se cocía, excepto conocer los resultados". Muchas de las operaciones inmobiliarias simplemente se les comunicaban, sin consultarles antes, ha lamentado.

Ha dicho que hubo una mala práctica: "el exceso de poder del aparato sobre el negocio", la falta de control "del día a día", algo propio del carácter "no técnico y no ejecutivo" de la presidencia. También ha dicho que el contrato del director general, en su época, "era muy opaco, nadie lo vio".

También ha afirmado que el exdirector general Tomás García Montes, imputado por el Juzgado de Instrucción número 4 de Zaragoza por su gestión, "es presunto inocente" y que fue cesado "porque se le había ido de las manos la caja".

Por último, Antonio Aznar ha señalado que las pérdidas de CAI se debieron al desplome de los precios de los suelos y los consiguientes problemas del sector inmobiliario: "la demanda cae profundamente y en un muy corto periodo de tiempo", lo que influyó especialmente en CAI debido a su especialización en este sector.

Asimismo ha indicado que el pasivo de CAI era "magnífico" y, de hecho, era una de las cajas españolas mejor situadas en cuanto al depósito de clientes, con un 91 por ciento respecto a las inversiones crediticias, nueve puntos más que las medias de las cajas.