El Instituto de Estudios Turolenses publica una cartilla sobre "La Comunidad de Albarracín"

Actualizado: viernes, 12 mayo 2006 20:32

TERUEL, 12 May. (EUROPA PRESS) -

El Instituto de Estudios Turolenses (ITE) de la Diputación de Teruel ha dado a conocer, hoy viernes día 12 de mayo, una interesante publicación que contribuye a divulgar una institución singular en la historia de la provincia: la Comunidad de Albarracín.

Se trata de un nuevo y valioso título de la colección "Cartillas Turolenses", del que es autor el historiador y Vicedirector del IET, José Manuel Latorre. Además del autor, han intervenido en la presentación, el Presidente de la Diputación de Teruel, Angel Gracia y el presidente del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, Juan Manuel Berges.

Junto con las de Calatayud, Daroca y Teruel, la Comunidad de Albarracín tuvo su origen en la Edad Media y es la única que ha pervivido hasta nuestros días. El patrimonio común indiviso ha permanecido a lo largo de la historia pese al avance del individualismo agrario y del liberalismo económico.

Este patrimonio se ha revelado como un nexo de unión fundamental y su gestión por parte de la Comunidad ha permitido la conservación de la parte sustancial de los bosques, que son hoy un activo natural de primer orden.

La publicación de la citada cartilla turolense ha contado también con la ayuda financiera del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín. En su confección han colaborado con José Manuel Latorre otros autores y estudiosos: José Luis Argudo, Juan Manuel Berges, José Luis Castán, Eloy Cutanda, Javier Martínez, Carlos Mas, Alberto Sabio y Pedro Saz.

LA VERDADERA HISTORIA DE UNA INSTITUCIÓN CENTENARIA

Sin duda, este trabajo de José Manuel Latorre resulta muy oportuno, por su rigor y vocación divulgativa, como instrumento para conocer más y mejor la verdadera historia de una institución ciertamente singular y longeva, cuyos orígenes arrancan nada menos que de la Edad Media y que en la actualidad agrupa a veintitrés localidades.

Inicialmente formaban la Comunidad 17 pueblos (Jabaloyas, Terriente, Saldón, Valdecuenca, Bronchales, Orihuela del Tremedal, Ródenas, Pozondón, Monterde de Albarracín, Villar del Cobo, Noguera de Albarracín, Tramacastilla, Frías de Albarracín, Moscardón, Calomarde, Royuela y Torres de Albarracín), que se vieron incrementados a finales del siglo XVII en dos más con la incorporación de Griegos y Guadalaviar.

El Vallecillo, Toril y Masegoso no se incorporan como aldeas independientes hasta el siglo XIX. Bezas pasó a formar parte de la Comunidad en el siglo XVIII. Por último, la ciudad de Albarracín no pertenecerá a la Comunidad hasta comienzos del siglo XX.

Como se subraya en la obra, la Comunidad de Albarracín es una entidad centenaria, una reliquia legada por el pasado, una obra humana que ha servido a los habitantes de la Sierra como instrumento para gestionar sus recursos y relacionarse para relacionarse unos con otros.

A través de un cuidado diseño, que incluye noventa fotografías a todo color y en blanco y negro, esta Cartilla sobre "La Comunidad de Albarracín" presenta una amena, clara, concisa y contrastada información sobre sus características y su evolución. Así, se nos da noticia de que la Comunidad alcanzó su plenitud como organización político administrativa a finales del siglo XVII.

La entronización de los Borbones supuso un cambio político importante en la España del momento que afectó a las comunidades aragonesas, que perdieron protagonismo en beneficio de los recién creados partidos. Lograron sobrevivir conservando su patrimonio y sus tradicionales formas de gestión hasta que el gobierno de la nación las disolvió en 1837, excepto la de Albarracín.

Durante el siglo XIX y parte del XX se suceden distintas regulaciones de la Comunidad que tratan de acomodar sus viejas ordinaciones a los nuevos marcos legales, y se introduce un cambio fundamental con la inclusión de Albarracín como parte integrante de la misma.

El patrimonio común indiviso ha permanecido a lo largo de la historia pese al avance del individualismo agrario y del liberalismo económico. Este patrimonio se ha revelado como un nexo de unión fundamental, y su gestión por parte de la Comunidad ha permitido la conservación de la parte sustancial de los bosques, que hoy son un patrimonio natural de primer orden susceptible de explotación, además de por las vías convencionales por el camino de las nuevas formas de desarrollo sostenible vinculadas a los valores ecológicos, cuestión que los hombres del pasado tuvieron bien presente, aunque no hablaran de ecología.

En su análisis, José Manuel Latorre destaca que "La Comunidad históricamente ha funcionado como un organismo político y como un ente gestor del patrimonio común. Su intervención en la vida económica ha sido permanente, velando por los intereses de los ganaderos, vigilando la adecuada conservación de los montes o interviniendo activamente en empresas como la herrería de Torres o el Monte de lanas.

Se trataba de articular los medios adecuados para lograr el necesario desarrollo económico en el espacio comunitario. Hoy la Comunidad se encuentra ante una encrucijada histórica, tal y como ocurrió en diversos momentos de su pasado. El diseño del mapa comarcal sitúa el centro de gravedad político y administrativo en los órganos de gobierno de la comarca, quedando la Comunidad con un papel político impreciso.

Sin embargo, la gestión de los recursos procedentes de su patrimonio le permite disponer de un fondo que, adecuadamente invertido, puede servir para fomentar el desarrollo de la Sierra, de tal manera que se frene la despoblacióny se logre poner en pie medios de vida para intentar recuperar el dinamismo de otras épocas.

Su papel como prestadora de servicios a los ciudadanos, terreno en el que durante los últimos años se ha mostrado activa, es importante y sigue vigente. Los fondos de la Comunidad, así como los que eventualmente pueda recibir de las administraciones públicas, sin duda están llamados a jugar un importante papel en la mejora de los servicios que las gentes de la Sierra precisan para poder vivir mejor".

Con una tirada de 3.000 ejemplares, a la cartilla sobre "La Comunidad de Albarracín", seguirá un nuevo título ya previsto para su publicación durante los próximos meses: "Salvador Victoria", de Jesús Cámara López. Estas obras reflejan con claridad la buena salud de la colección de "Cartillas Turolenses", que está recibiendo un destacado impulso editorial por parte de los actuales responsables del IET.