El nuevo número de la revista "Turia" publica un texto inédito de Joaquín Carbonell sobre Labordeta

El cantautor, Joaquín Carbonell, con el también cantautor y político, José Antonio Labordeta
El cantautor, Joaquín Carbonell, con el también cantautor y político, José Antonio Labordeta - DPT
Publicado: lunes, 26 octubre 2020 12:32

ZARAGOZA, 26 Oct. (EUROPA PRESS) -

La revista cultural "Turia" publica en su nuevo número un "sugerente y emotivo" artículo que encarga al cantautor Joaquín Carbonell sobre el también cantautor, además de político, José Antonio Labordeta, y en el que realiza una personal aproximación a la trayectoria musical del autor del "Canto a la libertad".

La publicación que se distribuye este próximo mes de noviembre en España y otros países, ofrece un sumario con textos inéditos elaborados por conocidos escritores y otros protagonistas de la actualidad cultural, como este escritor recientemente fallecido por coronavirus.

Se trata de un texto original que Carbonell envía a "Turia" poco antes de su ingreso en la UCI del Hospital Clínico de Zaragoza y con el que la revista quería rendir homenaje a José Antonio Labordeta cuando este año se cumple el décimo aniversario de su muerte. La iniciativa es muy bien acogida por el también cantante y escritor pero, desgraciadamente, el coronavirus ha acabado con la vida de Carbonell y ese texto que escribe sobre su gran amigo y maestro tendrá carácter póstumo.

LABORDETA: LA VOZ DE UN PUEBLO

Bajo el título de "Labordeta: la voz de un pueblo", Joaquín Carbonell describe y analiza la trayectoria de José Antonio Labordeta en el mundo de la música. De sus inicios recuerda cómo, en septiembre de 1968 y ejerciendo como profesor de historia en el Instituto Ibáñez Martín de Teruel, a Labordeta le llega la oportunidad de grabar su primer disco. Tenía cuatro canciones: "Réquiem por un pequeño burgués". "Los leñeros", "Los masoveros" y "Las arcillas", que según Carbonell es "la más natural e interesante de las cuatro".

En el artículo se señala cómo las canciones de Labordeta eran "el fruto de un esfuerzo que nacía de la observación y los viajes por ese Teruel interior y profundo, ese Teruel desolado".

Es el dramaturgo José Sanchís Siniesterra quien le sugiere escribir sus propias canciones. "Pronto Labordeta descubre que componer consistía en traer a la guitarra exactamente lo que sucedía a nuestro alrededor, acompasado con el dibujo de los paisajes y los sonidos de la gente. Si es eso, no es difícil, se dijo el aprendiz de vate, el aspirante a emular aquellos grandes versos llegados de Francia en la voz de Paco Ibáñez, o el lirismo de ese chico catalán que en su propia lengua relata la muerte de su abuelo, es decir, Serrat", reza el escrito de Carbonell.

Si Labordeta encuentra pronto "no sólo un camino, sino una voz", Carbonell confirma que la verdadera consagración aragonesa y española le llega con su primer LP: "Cantar i callar". Su lenguaje es sencillo, directo y eficaz y en ese disco hay canciones que dieron a su compositor un perfil más universal porque sus letras aparentemente locales trascendían fronteras y comportamientos: "el emigrante aragonés que escogía Badalona o Valencia como destino a su desesperación, era el mismo que el gallego, el andaluz o el extremeño. Las mismas gentes con distintos idiomas, con ropajes distintos, a los que movía exactamente la misma incertidumbre, el mismo miedo".

Carbonell subraya la "inagotable capacidad para retratar paisajes y paisanajes" que poseía Labordeta y cómo, entre 1974 y 1979, graba un disco por año. Son tiempos en los que los cantautores viven un momento dulce: "entre esos discos se encuentran joyas como 'Rosa, rosae', 'Quién te cerrará los ojos' o 'Albada', esta última, todo un símbolo de la esencia aragonesa, de la forma de ser, que nadie como Labordeta ha sabido describir. En estos versos se condensa toda una filosofía que retrata esa amargura, que consiste en saber que un día u otro tendrás que tomar el camino del exilio. Son los sinos indiscutibles de algunos pueblos: emigrar".

FÓRMULAS PARA PONER AL PÚBLICO DE PIE

También se indica en el artículo que Labordeta descubre desde sus comienzos que existen tres fórmulas irresistibles que logran poner al público de pie. La primera, que el espectador disfruta con las canciones de amor a la tierra. También que, como ocurre con su célebre "Canto a la libertad", el público se entusiasma con aquellos temas que animan a levantar el ánimo, "a seguir en la lucha contra la dictadura o contra los infortunios de un sistema que, por esencia, se olvida de los más débiles".

Sobre todo, Labordeta comprueba cada vez que se sube a un escenario que a la audiencia, tanto en Aragón como fuera de él, "le gustaba su interpretación somarda, irónica, burlona de la realidad", observa Carbonell.

En este texto inédito, cuenta Carbonell que si los años 70 son los de mayor repercusión social de los cantautores, la década de los 80 produce un cambio radical de costumbres, usos y culturas y se consagra un predominio del divertimento. Se coloca entones a los cantautores el cartel de "pasados de moda y cargantes".

Esa coyuntura ocasiona que muchos profesionales colgaran la guitarra y Labordeta también soporta de "mala manera" el vendaval e intenta reinventarse con la actividad periodística, con colaboraciones en radio y televisión. Llega incluso a instalarse en Madrid y jugársela a todo y nada, destaca Carbonell. "El modelo más celebrado en esa época es Joaquín Sabina, un hombre que intuyó lo que llegaba y creó una canción centrada en el amor personal, antes que en los asuntos sociales. El propio Labordeta lo confesó sin remilgos: "He pasado de atender los temas de los demás a fijarme más a fondo en mí mismo".

Pero Labordeta no es Sabina y el intento de emular su fórmula de éxito no funciona y las ventas de sus discos no remontan. Así, por ejemplo, en 1989 invierte su dinero en producir "Trilce" pero el disco pasa desapercibido en España.

DESPEDIDA

Al año siguiente toma la decisión de despedirse oficialmente: "Él mismo me llamó para comunicarme la noticia: 'Joaquín, que me despido, Me voy de este tinglado donde no estoy a gusto. Daré un concierto en la plaza del Pilar y si puedes me acompañas'. Así se hace ante una multitud que se acerca a agradecer a "su cantante" los años de dicha y melodías que les había regalado durante toda su juventud", rememora Carbonell en Turia.

Sin embargo, Labordeta sigue el consejo del cantante Paco Ibáñez y vuelve a sus orígenes. A tomar la guitarra y a regresar a los pequeños pueblos en solitario, sin músicos. Cree Carbonell que esa decisión es eficaz y terapéutica: "Labordeta se reconcilió consigo mismo y con el público que siempre le acompañó. Volvió a cantar sin esfuerzo, sin compromiso, sin la responsabilidad de mantener ese tinglado que se le había ido de las manos. Por placer"

Concluye Carbonell su artículo afirmando que Labordeta goza durante sus últimos años de una etapa inolvidable "al aceptar mi propuesta para formar una caravana modesta con la que ofrecer el repertorio de los tres cantautores: La Bullonera, Carbonell y Labordeta. Volver a los orígenes, a aquellos conciertos multitudinarios donde reinaba el buen humor y el afecto que desprendía el público era palpable. Grabamos un disco en directo en octubre de 2006, en la sala Multiusos, cantautores en directo, que contenía también un DVD, como un regalo a las generaciones más jóvenes, que nunca presenciaron ese tipo de actos, esos recitales que recordaban a menudo sus padres".

Joaquín Carbonell añade en su narración: "recorrimos numerosos pueblos y ciudades de Aragón y algunas de España. Volvimos a pergeñar otro disco de nueva composición, con el título sugerido por él Vaya tres, que se ganó un subtítulo desenfadado y sonoro como Los tres terrores, a imitación de los tenores famosos. Fue, esta, probablemente, la etapa más confortable y divertida de su amplia carrera".

Sin duda, Labordeta "disfrutó de sus compañeros y de la gente, lo pasó muy bien y, al menos, pudo despedirse con alegría", ha informado la Diputación de Teruel en una nota de prensa.