Zaragoza.- Épila recupera algunas de sus tradiciones más antiguas con la celebración de la Semana Santa

Actualizado: martes, 3 abril 2007 21:31

ÉPILA (ZARAGOZA), 3 Abr. (EUROPA PRESS) -

La localidad zaragozana de Épila recuperará a partir del día 5 de abril, Jueves Santo, algunas de sus más antiguas tradiciones con motivo de la celebración de la Semana Santa en el municipio. Los actos comenzarán el jueves, 5 de abril, con el desarrollo, a partir de las 19,30 horas, de la Cena del Señor, acto que continuará con el Encierro del Alcalde, y desde las 23,00 horas, la procesión del Vía Crucis por las calles de la localidad.

El día 6, Viernes Santo, a las 11,00 horas, tendrá lugar la adoración al Santísimo en los Monumentos por las Tres Marías; a las 15,00 horas, se dará lectura al Pregón del Santo Entierro; a las 17,30 horas, se celebrará la Pasión del Señor y el abajamiento de la Cruz; y dos horas después comenzará la procesión y el Santo Entierro.

El sábado, día 7, desde las 23,00 horas, se realizará la Vigilia Pascual y a continuación la Salutación Pascual; y el Domingo de Resurrección, se hará la misa de Resurrección, la procesión de la Resurrección y el Santo Encuentro, actos en los que participará el Ángel y las Tres Marías.

Los actos religiosos se prolongarán hasta finales del mes de abril. El día 30 de este mes, a las 20,00 horas, se realizará la celebración comunitaria del Sacramento del Perdón; y el 3 de mayo, se procederá a la Exaltación de la Santa Cruz y se llevará a cabo una Santa Misa en sufragio por los cofrades difuntos y la Bendición de Términos.

EL ENCIERRO DEL ALCALDE

El Encierro del Alcalde es una de las tradiciones más antiguas de la Semana Santa en Épila. Se trata de un antiguo privilegio concedido en 1663 a la Villa de Épila, representada por la persona de mayor rango civil, que entonces era el justicia y hoy es el alcalde.

Entre todas las tradiciones que aún perviven, ésta es la que más orgullo puede proporcionar a los epilenses, ya que en toda la geografía española sólo el municipio zaragozano tiene esta prerrogativa.

Terminados los oficios de Jueves Santo, las Hostias que se han consagrado durante la celebración quedan depositadas en el sagrario, engalanado con flores y palmas para dar mayor solemnidad. El sacerdote cierra el sagrario y el alcalde se postra de rodillas para que el oficiante le cuelgue al cuello la llave que ha utilizado.

El alcalde regresa a su casa acompañado por las autoridades eclesiásticas y civiles, luciendo la llave sobre el pecho y deberá custodiarla, sin poder salir hasta que vayan a buscarle al día siguiente, Viernes Santo, para los oficios de este día.

El Jueves Santo, el alcalde debe obsequiar con un vino a quienes le han escoltado. Al día siguiente, de nuevo las autoridades acuden a la casa del alcalde para acompañarle en su recorrido hasta la iglesia, en donde devuelve la llave al celebrante, dejando de ser, desde ese momento el guardián de lo sagrado.

Sólo al conocer los hechos cobra sentido la frase popular, ya que, aunque no sea un encierro en el sentido literal, el alcalde no debe salir por respeto a lo que representa esa llave que tiene a su cargo.

Este privilegio fue concedido durante una visita pastoral que figura en los archivos parroquiales. "En su visita citada el 30 de junio de 1633, realizada por el Doctor Joseph Alegre, Tesorero y Dignidad de la Santa Iglesia Metropolitana y Visitador General del Arzobispado, dio la siguiente licencia: Ítem damos licencia al Vicario para que el Jueves Santo pueda entregar la llave del Arca adonde pone al Santísimo Sacramento al Justicia de la Villa", rezan los archivos.

LAS TRES "MARÍAS"

Las figuras que acompañan a la Virgen Dolorosa en sus procesiones se convierte en Épila en protagonistas relevantes de los actos. Son figuras entrañables en el sentir del pueblo, imprescindibles en la procesión y protagonistas indiscutibles del Jueves y Viernes Santo. Las mujeres de Épila que en su infancia o juventud fueron "Marías" guardan el recuerdo de ese momento con orgullo.

Visten mantos negros de terciopelo y bordados en oro, a imitación de la Virgen Dolorosa a la que acompañan. Su presencia en la Semana Santa mantiene un ritual invariable con los movimientos que han de hacer para proceder al simbólico embalsamamiento de Cristo y las genuflexiones. Por la mañana, visitan juntas los tres monumentos y por la tarde, viven la procesión y el ceremonial del Santo Entierro.

EL ÁNGEL Y LOS ALABARDEROS

Al igual que las Marías, el Ángel que acompaña a los alabarderos, es una figura entrañable en los actos de Semana Santa. Su vestimenta, en blanco y azul celeste, rizos dorados y alas. Su elección depende de los alabarderos, a quienes acompañará en el desfile con paso solemne, llevando en una bandejita los sellos y el martillo que servirán para que el capitán de los alabarderos cierre simbólicamente el féretro por los cuatro costados.

Los soldados romanos con casacas rojas, escudos, barbas negras y grandes cascos, forman un grupo espectacular. El atrevido color rojo de sus casacas y la dulzura del Ángel, son un fuerte contraste con los hábitos negros y morados, y el aire de dolor y desgarro que llena el ambiente.