Grupo Miera organiza mañana una subida al Alto del Caracol en contra del fracking y en defensa de la montaña pasiega

Cartel de la subida al Alto Caracol contra el fracking
PLATAFORMA CONTRARIA FRACKING
Actualizado: sábado, 14 julio 2012 21:36

El colectivo avisa de la grave amenaza que supone para el medio ambiente y la salud esta práctica de extracción de gas pizarra


SANTANDER, 14 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Grupo Río Miera en contra de la fractura hidráulica ha organizado para el próximo domingo, 15 de julio, una subida al Alto del Caracol, ubicado entre las poblaciones de Selaya y San Roque de Riomiera, para expresar su rechazo a esta práctica de extracción de gas pizarra denominada 'fracking' y reivindicar también la defensa de la montaña y los valles pasiegos.

La subida comprende dos rutas diferentes: una de 11,4 kilómetros y de dificultad media que partirá a las nueve de la mañana de la Plaza de Baco de Selaya, y otra de dificultad baja que se iniciará a las once en la Plaza de San Roque de Riomiera. Está previsto que ambas marchas concluyan en torno a la una del mediodía en el Caracol, según ha informado el colectivo a esta agencia.

Una vez allí, miembros del Grupo Río Miera, ayudados por escaladores, subirán al Alto para desplegar dos carteles de grandes dimensiones (4 por 6 metros), uno hacia el lado de Selaya y otro hacia San Roque, con el lema 'No Fracking. ¡Defiende!'.

Tras este acto, los participantes en las rutas podrán disfrutar de una comida popular, a la que seguirán juegos tradicionales --como tiro de cuerda, carrera de sacos, etc--, que estarán amenizados por música.

El fin de esta iniciativa, a la que se ha invitado a los alcaldes de los principales pueblos afectados así como a diversas asociaciones ecologistas, es explicar a los asistentes en qué consiste la fractura hidráulica, en qué punto se encuentra esta práctica en los municipios pasiegos y advertir a los vecinos de la zona y al resto de cántabros de las consecuencias que la extracción de gas del subsuelo puede tener sobre el paisaje, el medio ambiente y la salud.

Además de informar de esta "grave amenaza", el colectivo Río Miera --formado por una veintena de personas y que se integra dentro de la plataforma cántabra 'No fractura hidráulica'-- pretende también recabar apoyos en contra del 'fracking'.

Hasta la fecha, y según datos de la plataforma cántabra, consultados por Europa Press, al menos trece municipios cántabros se oponen a la fractura hidráulica. Se trata de Ruente, Cabuérniga, Anievas, Corvera de Toranzo, Santiurde de Toranzo, Villacarriedo, Selaya, San Roque de Riomiera, Molledo, Luena, Vega de Pas, Pesquera y Valdeprado del Río, mientras que otros tantos ayuntamientos se han mostrado críticos con esta práctica (Val de San Vicente, San Vicente de la Barquera, Herrerías, Valdáliga, Udías, Cabezón de la Sal, Mazcuerras, Peñarrubia, Lamasón, Rionansa, Tudanca, Los Tojos y Polaciones).

De hecho, los ayuntamientos de Vega de Pas y Luena han aprobado sendas mociones de rechazo a la fractura hidráulica, concretamente al permiso de investigación denominado 'Luena' concedido por el Ministerio de Industria a Repsol.

De este modo, y con la única excepción de San Pedro del Romeral, todos los consistorios de las cuencas del Pas, del Pisueña y del Miera donde la multinacional gasista tiene previsto comenzar inminentemente los trabajos de sísmica, se han opuesto a estos proyectos y han solicitado la derogación de los mismos.

Así, están a la espera de que el Ministerio de Medioambiente resuelva las alegaciones al estudio de sismica, presentadas por las propias corporaciones municipales y otras asociaciones.

FRACTURA HIDRÁULICA

La fractura hidráulica ('fracking' en inglés) es una técnica que permite la extracción de gas y petróleo del subsuelo.

El procedimiento consiste en la inyección a presión de materiales (normalmente agua y arena mezcladas con compuestos químicos) en el terreno, con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, favoreciendo así su salida hacia el exterior.

Estos productos, al provocar la fisuración o incluso la disolución de la roca, pueden contaminar tanto el terreno como los acuíferos subterráneos.