'El discípulo' o una oda a la rendición

Fotograma de 'El discípulo', producida por Alfonso Cuarón.
Fotograma de 'El discípulo', producida por Alfonso Cuarón. - SEMINCI
Publicado: lunes, 26 octubre 2020 16:50

VALLADOLID, 26 Oct. (EUROPA PRESS) -

El realizador indio Chaitanya Tamhane, quien fuese alumno de Alfonso Cuarón, ha recalado en la 65 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) con su segundo largometraje, una cinta producida por el mexicano que aborda el choque sordo entre dos formas de vida al ritmo de la música clásica india. De hecho, prácticamente la totalidad del elenco, incluidos los personajes principales, está compuesto por músicos profesionales.

Su protagonista, Sharad Nerulkar (Aditya Modak) se ha dedicado en cuerpo y alma a convertirse en un vocalista clásico de la India, un empeño vital en el, como en todo, que pocos triunfan. Iniciado en esta tradición centenaria por su padre, persigue su sueño con sinceridad y disciplina, y entregado al máximo con su travesía artística.

Mientras se esfuerza por alcanzar el nivel más alto de su oficio, Sharad recorre en su camino los sagrados misterios y rituales de las leyendas musicales de otros tiempos. Pero a medida que pasen los años, se irá haciendo más evidente ese choque sordo entre dos formas de vida: la senda a la que ha entregado su vida, que parece no reportarle ningún éxito o la vida que podría haber llevado.

En ese camino, su maestro, Guruji (interpretado por Arun Dravid), encarna la languideciente forma de vida de los cantantes y músicos de la raga, la forma melódica tradicional de la India a partir de la que cada músico improvisa libremente. Sharad, que no cejará en los cuidados de su ya anciano mentor, incluso en sus peores momentos, seguirá igual de empeñado en su carrera musical.

Así, regala sus mejores años de vida al espejismo del éxito y a un estilo musical que parece tan abocado a la desaparición como el anciano Guruji. Frente a la imparable extinción del único mundo que conoce, Sharad deberá replantearse su vida y sus prioridades en una película que funciona como oda a la rendición, pues recuerda que esfuerzo y tesón no siempre son suficientes si se carece de un talento innato.

No obstante, lejos de funcionar como un canto a la desesperanza, la Tamhane abre un abanico de posibilidades a su protagonista, quien utiliza esa misma constancia y obstinación para encontrar el camino más adecuado a sus anhelos.