Un restaurante segoviano concluye la restauración de siete lienzos del Santuario de la Virgen de la Fuencisla

Actualizado: viernes, 15 agosto 2008 15:54

SEGOVIA, 15 Ago. (EUROPA PRESS) -

El restaurante José María, uno de los más conocidos de Segovia, ha concluido la restauración de un conjunto de siete lienzos propiedad del Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla, patrona de Segovia, en un proyecto que se ha extendido durante diez años y ha supuesto una inversión de cerca de 30.000 euros.

Según informó a Europa Press el propietario del restaurante, José María Ruiz, la iniciativa surgió en el año 1998 cuando el propio Ruiz, "consciente de la deuda de la Hostelería segoviana hacia el Patrimonio Histórico-Artístico segoviano", comenzó a pergeñar una vía de colaboración y mecenazgo con la principal propietaria de este Patrimonio en Segovia, la Iglesia Católica.

Asesorado por el historiador Rafael Ruiz Alonso, coordinador de la iniciativa, y con la apoyatura técnica del restaurador Carlos Tejedor Barrios, el Restaurante José María asumió el patrocinio de la restauración de un conjunto con siete lienzos de principios del siglo XVII.

La singularidad de la iniciativa radicaba en buscar piezas que estuvieran en peligro de desaparecer o en franco deterioro y que tuvieran un especial significado para la historia de Segovia aunque su mérito artístico no fuera de primer orden. Tal era el caso de estas pinturas, de factura popular, "casi ingenua", pero de un valor afectivo y testimonial de gran riqueza ya que su iconografía está referida al pasado de Segovia y a la historia de su Santuario Mariano más importante.

Todo el ciclo de pinturas respira un claro carácter votivo -algo normal en este tipo de santuarios donde existen imágenes milagrosas-, coincidiendo los distintos historiadores que se han detenido en ellas en que fueran regaladas al Santuario con ocasión de su reedificación a finales del siglo XVI y posterior inauguración en 1613. Uno de estos investigadores, Fernando Collar de Cáceres se inclina por situarlas cronológicamente en una fecha entre 1613 y 1624, año de la muerte de uno de los donantes de estas obras, Alonso Nieto, miembro del Tribunal del Santo Oficio.

Por lo que respecta a su técnica, se trata en todos los casos de pinturas al óleo sobre un soporte de lino preparado con sulfato de calcio y una imprimación de color rojizo, muy frecuente en época barroca. Las telas estaban montadas sobre bastidores de madera de pino y no contaban con marcos, siendo sus dimensiones de 1,05 x 1,40 metros.

Antes de la restauración, los cuadros presentaban numerosos problemas: los bastidores adolecían de importantes deformaciones estructurales por su poca sección, así como ataques de insectos xilófagos; las telas estaban muy debilitadas, deformadas y con algunos desgarros y perforaciones; existían pérdidas de policromía y algunos barridos de color ocasionados por limpiezas inadecuadas de la pintura; a ello se añadía la previsible suciedad, así como manchas producidas por la acumulación de grasa y humo.

Después de un estudio preliminar e individualizado, cada una de las intervenciones ha sido integral y respetuosa: los bastidores han sido sustituidos por unos nuevos; cada pieza de lino ha sido reentelada, eliminándose las deformaciones y saneándose las fracturas, al tiempo que se nivelaban las faltas, reintegrándose el color utilizando medios reversibles únicamente en aquellos lugares en los que las faltas perjudicaban una correcta visión del conjunto. Cada proceso terminó con una capa de barniz, añadiéndose un marco para su correcta exhibición.