BARCELONA, 19 Oct. (EUROPA PRESS) -
Las forenses que realizaron la autopsia a las víctimas del doble crimen de Lliçà de Vall (Barcelona) descartaron hoy que los asesinatos fuesen cometidos por dos agresores, tal y como mantiene la defensa del mosso d'Esquadra acusado de matar a puñaladas a su esposa y a su suegra en 2004. Según dijeron, sólo dos personas que actuasen "calcadamente" y con el mismo tipo de arma podrían haber cometido conjuntamente los crímenes, ya que las heridas que presentaban eran "idénticas" y tenían "la misma direccionalidad".
La Fiscalía y la acusación particular, ejercida por la familia de las víctimas, piden dos condenas de 25 años de cárcel para el agente de la Policía autonómica José Luis R.B., la pena máxima prevista por la ley para el supuesto de asesinato. Durante su declaración, el procesado proclamó su inocencia ante el tribunal popular que lo juzga desde el lunes en la Audiencia de Barcelona, por lo que su abogado defensor reclama su absolución.
Los hechos de los que está acusado el mosso, de 36 años y actualmente suspendido de empleo y sueldo, ocurrieron el 3 de mayo de 2004, cuando el policía presuntamente mató a puñaladas a su esposa y a su suegra en el domicilio familiar de Lliçà de Vall, tras lo cual supuestamente revolvió el comedor y una habitación, rompió el cristal de la puerta trasera y esparció joyas y bisutería de escaso valor por la terraza para simular un robo y hacer creer que las mujeres habían sido asesinadas por los asaltantes.
Durante la cuarta sesión del juicio, celebrada hoy, las forenses explicaron que, en su opinión, sólo un agresor cometió los crímenes, ya que todas las heridas están hechas con el mismo tipo de cuchillo y tienen la misma direccionalidad. A su entender, el hecho que dos personas pudiesen apuñalar a alguien de una forma tan parecida sería una "coincidencia rara". "Tendrían que ser dos personas que actuasen calcadamente", señalaron las peritos.
El informe de las forenses debilita la tesis de la defensa, que mantiene que Silvia C.A., de 32 años, y María Engracia A.V., de 53, fueron asesinadas por dos agresores desconocidos, ya que en el escenario del crimen se hallaron pisadas de dos zapatos distintos que, a día de hoy, continúan siendo anónimas.
En cuanto al arma utilizada en el crimen, las forenses señalaron que las heridas que presentaban las víctimas coinciden con el cuchillo que los Mossos d'Esquadra encontraron guardado en un cajón de la cocina de la vivienda que, según los agentes, fue limpiado previamente.
Del resultado de la autopsia se desprende también que Silvia y María Engracia intentaron luchar contra su agresor, ya que presentaban heridas de autodefensa en las manos y en los brazos. Las forenses, no obstante, no pudieron concretar si el asesino es diestro o zurdo ni la posición desde la que atacó a las víctimas.
NO DURMIERON JUNTOS LA NOCHE ANTERIOR.
Según el informe de las peritos, la mujer de José Luis R.B. recibió nueve puñaladas, tres de ellas mortales, y presentaba cuatro heridas superficiales en el brazo, supuestamente sufridas al intentar repeler el ataque.
La suegra del acusado presentaba hasta 30 heridas --17 puñaladas, una de ellas mortal, y 13 superficiales--, lo que indica que su capacidad de defensa fue mayor que la de su hija. Las dos víctimas recibieron la totalidad de las puñaladas en vida y las forenses no encontraron "signos claros de agonía" durante la autopsia.
Las peritos también descartaron que Silvia C.A. fuera objeto de una agresión sexual, pese a que fue hallada con los pantalones y la ropa interior rotos y semibajados. Según explicaron, cuando la víctima fue apuñalada estaba "correctamente vestida", por lo que los desgarros se realizaron después del ataque.
En el caso de Silvia C.A., las forenses también encontraron indicios que apuntaban que el agresor intentó taparle la boca y la nariz, algo que no descarta que la apuñalara una sola persona, ya que "pudo tener una mano ocupada en ello y otra en la agresión".
Durante su intervención, las peritos destacaron otro aspecto que les llamó la atención y es que durante la inspección ocular de la escena del crimen, en la que ellas también participaron, pudieron constatar que el acusado y su esposa no durmieron juntos la noche anterior a los hechos, ya que sólo un lado de la cama estaba deshecho.
Este aspecto contradice la versión de José Luis R.B., que aseguró que esa noche durmió con su mujer, pese a que la pareja había discutido dos días antes debido a una salida nocturna del procesado con sus amigos.
"MUCHA SANGRE" EN LA ESCENA DEL CRIMEN.
Durante la sesión de hoy también declararon los policías locales de Lliçà de Vall que acudieron en primer lugar a la vivienda, quienes señalaron que, nada más entrar, observaron "mucha violencia" y "mucha sangre", por lo que en ningún momento se les pasó por la cabeza que las víctimas pudieran haberse desmayado, tal y como pensó el acusado.
Los policías explicaron que, desde el primer momento, pensaron que las víctimas habían fallecido y señalaron que el cuerpo de María Engracia estaba rodeado de un gran charco de sangre que, al parecer, pasó desapercibido para José Luis R.B., según se desprende de su declaración.
Según los agentes, el procesado se identificó como policía y les explicó que había oído ruidos en la casa. Acto seguido, José Luis R.B. cargó su arma reglamentaria y les pidió que le acompañaran a buscar a los agresores por los alrededores de la vivienda.
Los agentes señalaron que no encontraron a nadie sospechoso y que, al regresar al domicilio, José Luis R.B. empezó a golpear las paredes y la puerta del recibidor en un supuesto ataque de rabia, por lo que se hizo varios cortes en una mano.
Los policías, no obstante, no pudieron recordar si el acusado presentaba alguna herida en la mano que fuese anterior a los golpes, un aspecto importante a tener en cuenta a la hora de determinar si existe alguna posibilidad de que él apuñalase a las víctimas y que se tratará en las pruebas periciales previstas para mañana.
