La hija del presunto asesino de una prostituta en Girona dice que su padre no le impidió abrir el congelador

Actualizado: miércoles, 1 marzo 2006 21:03

GIRONA, 1 Mar. (EUROPA PRESS) -

Una de las hijas de Josep T.A., juzgado estos días por el asesinato de una joven albanesa en abril de 2003 en Girona, declaró hoy que cuando estuvo en su casa, en los siguientes días al presunto ataque que había sufrido su padre por parte de tres individuos, su progenitor nunca les impidió acceder al congelador u otro armario de la cocina.

Esta declaración contrasta con la hipótesis apuntada por las acusaciones de que el crimen se cometió el 2 de abril y que el presunto asesinó conservó el cadáver en el congelador de la vivienda, hasta que días más tarde depositó el cuerpo en la orilla del río Güell de Girona.

La hija del procesado, Silvia, explicó que ella, su hermana y su madre se enojaron con su padre después de que éste les confesara que había sufrido unas agresiones por parte de tres individuos --como sostiene la defensa, que los relaciona con el novio de la fallecida-- y que todo estaba relacionado con una prostituta y no con un atraco, como había declarado al principio. "Nos enfadamos mucho porque había vuelto a relacionarse con gente indeseable", dijo Silvia, motivo por el cual no volvieron a verse hasta el 25 de abril, cuando su padre fue detenido como presunto imputado en el asesinato de la joven Vojllka Papa.

Por otra parte, manifestó que, a pesar de la denuncia contra su padre, ella seguía visitando a su padre en la prisión --en 1992 fue condenado por el asesinato de una chica de Sant Hilari Sacalm (Girona)--, pero que nunca trataron el tema por el que estos días se le juzga.

Por su parte, la esposa y la otra hija de Josep T.A. se acogieron a su derecho a no declarar.

"TRABAJADOR EJEMPLAR".

Hoy también declararon los jefes de las empresas en las que trabajaba Josep T.A. en el momento de los hechos y un compañero de trabajo. Los dos primeros afirmaron que el imputado les pidió la baja en las fechas del crimen porque había sufrido una supuesta agresión por parte de tres individuos que parecían de la Europa del Este, hecho que contrasta con la declaración final del acusado, que dijo que eran de origen magrebí.

Josep T.A. trabajaba entonces en dos empresas, por la mañana repartía alimentos y por la tarde cargaba sacos de cereales en dos empresas de Granollers (Barcelona) propiedad de una misma familia. Estas empresas están relacionados con el caso porque la acusación considera que los sacos de rafia en los que apareció la víctima envuelta salieron de esas empresas. Los dos empresarios reconocieron que tanto Josep T.A. como cualquiera de los trabajadores de la empresa podían coger sacos sin pedir permiso y sin control.

A parte de esto, los jefes reconocieron que Josep T.A. era un trabajador ejemplar. "No se quejaba y siempre trabajaba bien. Ya quedan pocos de estos trabajadores", aseguraron.