BARCELONA, 26 Feb. (EUROPA PRESS) -
La historiadora, ensayista y psicoanalista Élisabeth Roudinesco apunta a los pedófilos y al terrorista Bin Laden como los perversos del siglo XXI en su libro 'Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos' (Anagrama), un repaso de la perversión en el tiempo y en el que se muestra que éste es un rasgo humano, no animal, avisó hoy la autora.
En el siglo XVIII la pedofilia estaba prohibida pero "se toleraba", recordó Roudinesco, para quien básicamente ahora se considera criminales a los pedófilos porque "el niño tiene derechos, ya no es un objeto".
En cambio, no todos los terroristas son perversos, aunque Bin Laden sí: "Se convirtió al Islam radical como odio a su modo de vida anterior y para convertirse en una máquina de matar", resumió la autora.
En su "goce" del ataque del 11-S, los hombres de Bin Laden se acicalaron cuidadosamente para ir al Paraíso con las 1.000 vírgenes que creían que les esperaban a cada uno. "No era terrorismo de base, había algo más", recalcó Roudinesco.
Anteriormente, era perverso lo que ponía en peligro el orden procreativo --"ahora no porque dominamos el nacimiento y las sociedades son libres"--, por lo que los homosexuales eran los perversos en su camino "contra natura".
Pero el colectivo homosexual, según la autora del ensayo, consiguió "desmarcarse de la perversión" y ser aceptado como "parte de la familia", aunque también hay homosexuales perversos hoy en día porque "la perversión está en todas partes".
"Hasta el siglo XVIII el perverso era el que renunciaba a que la sociedad siguiese reproduciéndose", resumió, porque en la antigua Roma la homosexualidad estaba aceptada siempre y cuando hubiesen tenido descendencia.
"Ahora sólo se persiguen a los criminales, es un gran progreso que un Estado no se meta en la vida de la gente", aseguró acerca de las prácticas perversas consentidas entre adultos, que forman parte de su privacidad.
NAZISMO Y COMUNISMO
En todo caso, el mal absoluto "no existe", avisó, pero si algo es "totalmente perverso" es el nazismo, en el que "se invirtió la ley". "Fue el único sistema calculado para exterminar a un pueblo, apoyado en la ciencia y en el odio a Dios", dijo Roudinesco, quien confió en que "no volverá a producirse".
A partir del campo de exterminio de Auswitchz se vio que "si el Estado era capaz de hacer eso, había que pararle los pies", y la gente dijo: "Nunca más".
El comunismo, en cambio, "empezó bien y acabó mal" con la instalación de los goulags, pero no se planteó como un régimen para exterminar.
