El jurado declara culpable de asesinato al matricida de Esplugues de Llobregat (Barcelona)

Actualizado: viernes, 21 septiembre 2007 21:46

BARCELONA, 21 Sep. (EUROPA PRESS) -

El jurado declaró hoy culpable de asesinato al hombre que en 2002 mató a cuchilladas a su madre en Esplugues de Llobregat (Barcelona) y convivió con el cadáver durante más de catorce meses, hasta que confesó ante la Policía.

Según el veredicto comunicado hoy, los nueve miembros del jurado declararon, por unanimidad, culpable de asesinato a Enrique R.S., de 50 años, ya que consideran que hubo alevosía en el acto de apuñalar a su madre --una acaudalada 'madame' de fuerte carácter--.

En cambio, no consideran probado que hubiera ensañamiento ni que actuara bajo los efectos del alcohol o por arrebato, sino "cegado por las circunstancias", al querer vengarse del supuesto dominio que la mujer ejercía sobre su hijo. Para el jurado, sólo está probado que el acusado asestó, conscientemente, una sola puñalada en la nuca, mientras que otras pequeñas 15 puñaladas en la espalda no se consideran como directamente causantes de la muerte.

El jurado cree que durante las declaraciones de los peritos psiquiátricos quedó demostrado que el hombre tenía una "baja autoestima" por las humillaciones --incluso sexuales-- a los que le pudo haber sometido su progenitora y sufría una "falta de socialización", ya que casi siempre iba solo y sólo se le veía acompañado de su madre.

Por todo ello, la fiscal pidió, "por imperativo legal", la pena máxima aplicable, teniendo en cuenta la agravante por parentesco, que son 17 años y medio de cárcel, frente a los 24 que pidió inicialmente.

Por su parte, la abogada de la defensa agradeció el veredicto y pidió al juez una pena de 7,5 años para su cliente.

LOS HECHOS.

Durante su declaración esta semana, el acusado explicó que él siempre fue "muy obediente" a su madre y que, incluso, le entregaba el sueldo que ganaba como taxista, un dinero que ella usaba para comprarse "ropa cara" y del que él no podía disponer sin su permiso.

La mujer, Carmen R.S., le obligó a participar en intercambios de pareja con matrimonios "que querían un chico joven" e intentó mantener relaciones con él en una ocasión, según el acusado.

"Ahí ya fue cuando exploté", afirmó Enrique R.S., quien había pedido a su madre que no llevase parejas a casa cuando él no trabajase. Sin embargo, el día del crimen, en diciembre de 2002, su madre llevó a un cliente "importante" a casa y obligó a su hijo a quedarse en su habitación, un tiempo que él aprovechó para beber coñac. "Cuando se fue la pareja quise terminar con la vida de mi madre, y así lo hice", explicó el acusado.

Enrique R.S. llamó a su madre, que estaba contando el dinero que había recaudado por el servicio, y la condujo a la salita con el pretexto de enseñarle algo. Acto seguido, se le acercó por la espalda y, tras taparle la boca con una toalla, le clavó un cuchillo en la nuca, asestándole sólo una puñalada, según su versión.

Tras acabar con la vida de su madre, el parricida envolvió el cadáver en plásticos para evitar el olor y llenó la estancia de ambientadores, aunque tiempo después optó por semienterrar el cuerpo en cal viva.

GASTÓ EL DINERO DE SU MADRE "DISFRUTANDO".

Tras superar el "shock" inicial, el acusado dejó de trabajar como taxista y se dedicó a gastar el dinero que su madre había ahorrado "disfrutando". De hecho, en los 15 meses siguientes, mientras convivía con el cadáver, se gastó unos 84.000 euros "en comida y en bebida", aunque también se compró ropa, ya que la víctima sólo le traía prendas "de mercadillo".

"Quería gastarlo todo y después entregarme", explicó. De hecho, durante el tiempo que convivió con su cadáver fue a casa a dormir cada día y "mantenía conversaciones con ella estando muerta" porque "estaba muy rabioso".

Los vecinos no tardaron en percatarse de la ausencia de Carmen R.S., aunque Enrique les explicó que estaba en casa de su hermana, en Reus (Tarragona). Con el paso del tiempo y ante las insistentes preguntas, sin embargo, empezó a decir que la había ingresado en una residencia geriátrica porque estaba enferma de Alzheimer. Del mismo modo intentó despistar a sus familiares.

La buena salud de la que siempre había gozado la víctima y el comportamiento de Enrique levantaron sospechas, y el 21 de agosto de 2003, un primo del acusado denunció la desaparición de la mujer ante la Policía. La madrugada del 4 de febrero de 2004, los agentes localizaron al matricida en un bar de Esplugues y éste accedió a acompañarles a comisaría.

Una vez allí, comprobaron que Carmen R.S. no estaba en ningún geriátrico y, acorralado ante la amenaza de un registro en su domicilio, Enrique acabó confesando el crimen. Fue así como la Policía encontró el cadáver casi momificado de la 'madame', 14 meses después de su muerte.