Mañana se cumplen 100 años del inicio de la revuelta popular de la Setmana Tràgica

Actualizado: sábado, 25 julio 2009 14:44

BARCELONA, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -

Mañana se cumplen 100 años del inicio de la Setmana Tràgica, la revuelta popular que arrancó el 26 de julio de 1909 en Barcelona protesta por la movilización de reservistas del ejército por parte del Gobierno central para luchar en la guerra del Rif, en el norte de Marruecos.

El objetivo del Gabinete entonces presidido por el mallorquín Antonio Maura (1853-1925), del Partido Conservador, era proteger las minas del Rif, de las que el Conde de Romanones --uno de los principales líderes políticos de entonces-- y el marqués de Comillas eran sus accionistas principales.

El 9 de julio los obreros españoles que trabajaban en la construcción de un ferrocarril para unir Melilla fueron atacados por los calibeños de la zona, lo que dio inicio a la Guerra de Marruecos, que se extendió hasta 1927. Este pretexto fue utilizado por el Gobierno de Maura para empezar a reclutar a los reservistas en Barcelona, en la última semana de julio.

Ante el reclutamiento, se convoca huelga general en Madrid para el 2 de agosto, pero en Barcelona, la organización Solidaridad Obrera --antecesora de la CNT--, junto a los radicales de Antonio Lerroux y los socialistas convocaron un primer paro de 24 horas para el lunes 26 de julio, que degeneró en una semana de conflictos.

El primer día de huelga apenas hubo incidentes, y la huelga se siguió de forma mayoritaria en Barcelona y las principales ciudades industriales de su entorno: Sabadell, Terrassa, Badalona, Granollers y Mataró.

El martes, la situación dio un giro de 180 grados, con la llegada de noticias de Marruecos sobre el desastre militar en el Barco del Lobo, donde las tropas españolas comandadas por el general Pintos fueron acorraladas y murieron 1.200 reservistas, en su mayor parte del contingente que salió de Barcelona el 18 de julio.

La protesta antibelicista se convirtió en una protesta anticlerical, ya que se incendiaron iglesias, conventos y escuelas religiosas; se exhumaron cadáveres; se levantaron barricadas; se atacaron tranvías y empezaron los sabotajes a las fuerzas del orden público.

Los historiadores recuerdan que el estallido antibelicista y anticlericlal fue en gran parte espontáneo, incapaz de consolidarse en una revolución porque no había un liderazgo claro.

La reacción de la autoridad fue proclamar el Estado de Guerra y la Ley Marcial. El ejército consiguió hacerse con el control del centro de Barcelona el 29 de julio, aunque los últimos focos de resistencia no logran controlarse hasta el sábado 31 de julio.

El balance de la semana fue trágico: 113 muertos, 341 heridos y más de mil encarcelados, con cinco ejecuciones y centenares de exiliados. La dura represión ordenada por Maura, que contó con el apoyo de la Lliga Regionalista, radicalizó aún más el movimiento obrero y significó la consolidación del anarquismo en Barcelona.

Entre los condenados a muerte estuvo Francesc Ferrer i Guàrdia, anarquista y creador de la Escuela Moderna. Fue juzgado por un tribunal militar como instigador del levantamiento y, pese a no tener pruebas contra él, fue fusilado el 13 de octubre en el castillo de Montjuïc. Su ejecución levantó una gran campaña internacional de protesta contra Maura.

Ese mismo mes, Alfonso XIII, que había apoyado a Maura durante la crisis, forzó la dimisión del político conservador, y se dio paso a un breve gobierno liberal que apenas duró cuatro meses.