BARCELONA, 27 Nov. (EUROPA PRESS) -
El guardia urbano presuntamente implicado en la trama de ladrones del Puerto de Barcelona que sustraía la mercancía de contenedores y los reponía rellenos de arena ha declarado ante la juez del caso que nunca descargó ningún camión de mercancías y que tan solo una vez hizo un envío de dinero para uno de los presuntos líderes del grupo.
En su declaración en el Juzgado de Instrucción número 18 de Barcelona, a la que ha tenido acceso Europa Press, Jorge A.G. asegura que Eneko de M., uno de los principales implicados, le pidió que le ayudara a descargar un camión porque es su amigo y sabía que "iba mal de dinero".
Pero la respuesta que le dio el urbano fue que no podía hacerlo porque su trabajo se lo impide, por incompatibilidad, y no quería perderlo. Sobre por qué preguntó si era un contenedor "normal", argumenta que quería saber si era muy grande, y que no sospechó nada porque Eneko de M. había trabajado en su día en camiones de una empresa del puerto, aunque ahora se dedicaba a otra cosa.
Admite que hizo una única transferencia al extranjero dirigida a Ivana P. por un tema de construcción, a petición de su amigo, aunque no da más detalles del porqué.
Según la juez, Jorge A.G. supuestamente pudo ayudar a Eneko de M. a "ocultar ganancias procedentes de actividades ilícitas, realizando transferencias de elevadas cantidades de dinero al extranjero", algo que el imputado niega en su declaración.
En su testimonio, el urbano asegura que nunca recibió una motocicleta de la trama, si no que Eneko de M., al que conoce de hace más de 10 años por haber trabajado juntos en una tienda, le ayudó comprándole el casco.
No obstante, en el sumario figuran algunas conversaciones entre ambos en el que el urbano le dice a su amigo: "Qué bien va la moto tio, te lo agradezco", a lo que el otro responde que es el regalo del que se siente más orgulloso.
30 IMPLICADOS
La trama delictiva, en la que hay una treintena de implicados, entre ellos el entonces jefe de la policía judicial del Puerto, está acusada de desvalijar contenedores con mercancías muy valiosas, la mayoría con colonias y artículos de perfumería, y de la introducción de 550.000 cajetillas de tabaco desde China que iba a recibir una empresa de Alicante.
Este grupo detectaba contenedores con mercancía de valor y los apartaba, para trasladarlos a una nave industrial en un polígono del área metropolitana de Barcelona donde los vaciaban y los rellenaban de piedras, arena y bidones de agua para simular que el cargamento seguía dentro.
Después lo volvían a introducir en el Puerto tratando de no levantar sospechas, y una vez allí la mercancía seguía su camino hasta el destino final, muchas veces el extranjero, y solo cuando los destinatarios lo abrían se daban cuenta del cambiazo y denunciaban.
La banda llegó a dar una paliza y amenazar de muerte a un trabajador de la empresa logística en cuyas instalaciones guardaban la mercancía robada, porque creían que les había sustraído un cargamento valorado en 600.000 euros.
