MADRID, 23 Nov. (CHANCE) -
Después de su tarde más dura desde que es colaboradora de "Viva la vida", Irene Rosales ha retomado su rutina y la hemos visto abandonar el hotel madrileño en el que se aloja cuando viene los fines de semana a la capital para volver a Sevilla al lado de Kiko Rivera, después de la declaración pública de amor del Dj confesando que por delante de ella, que le salvó la vida y que es la madre de sus hijas, no hay nada en el mundo, ni su madre.
Con muy mala cara, y sin ganas de hablar, Irene ha guardado un incómodo silencio tanto en la estación de Atocha - antes de coger el AVE que la llevaría de nuevo a Sevilla - como a su llegada a su casa, rodeada de una gran expectación mediática.
La colaboradora, muy discreta, ha preferido no pronunciarse tras las declaraciones de Isa Pantoja en "La casa fuerte", donde tras estallar en llanto ha prometido que tras el reality intermediará entre Kiko e Isabel Pantoja para que se reconcilien.
Más seria de lo que en ella es habitual, y sin siquiera dar los buenos días a la prensa - emulando a Kiko, que no suele mostrar demasiada educación con los reporteros que le preguntan habitualmente - Irene tampoco desvela si es cierto que Isabel Pantoja se negó a que dejasen a sus hijas en Cantora este verano para irse a tomar algo a solas.
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