MADRID, 6 Jun. (CHANCE) -
Dicen que cuando una persona consigue ganarse el respeto y la admiración de la gente es muy difícil que su nombre, al pronunciarse, cause rechazo. Por mucho que haya factores que quieran debilitarlo es complicado ensuciar la imagen de dicha persona. Esto podríamos aplicarlo a la vida y al nombre de la Princesa Diana de Gales, conocida coloquialmente como Lady Di.
En su época tuvo a mucha gente en contra, recibió muchas críticas porque su actitud y su forma de ver la vida no coincidían con la de aquellos tiempos. Una mujer que entraba en la Casa Real británica sin tener apenas conocimientos reales... pero, contra todo pronóstico, consiguió dar ejemplo y estar por encima de esos ideales que la tachaban de lo peor. Así fue Lady Di.
Su nombre a día de hoy sigue dando de qué hablar. Aunque muchos desde el triste día de su muerte hayan querido manchar su impecable imagen, el recuerdo de aquella fabulosa mujer que dio todo por el pueblo, sigue siendo más fuerte que el ruido. Su nombre sigue sonando a verdad, a pureza, a libertad, a lealtad hacia los suyos... por mucho que hayan pasado los años, Lady Di ha dejado un legado imborrable en la historia del mundo.
Lady Di marcó la diferencia teniendo detalles que conmovieron a los ciudadanos. Rompió la tradición real de dar a luz en casa, sus dos hijos nacieron en un hospital, como también rompió el protocolo que tienen todas las princesas en cuanto a la crianza de sus hijos. Esta se ocupó personalmente de que sus hijos vivieran situaciones como el resto de mortales, de esta manera consiguió que se criaran en un ambiente natural, fuera del tópico de la realeza.
En 1987 se la fotografió dando la mano a un enfermo de VIH sin guantes. Esta imagen recorrería el mundo para concienciar al resto de mortales que a una persona que padeciese esa enfermedad -o cualquier otra- no había que discriminarla. Participaba muy a menudo con causas benéficas para ayudar a los más necesitados.
En resumen, Lady Di fue una mujer que dio su vida por el pueblo, que reflejó estando en la casa Real la mayor naturalidad posible y no miró a nadie con aires de grandeza. Se consideraba igual que todo el mundo y siempre carecieron de importancia los rumores que había sobre ella y las personas que quisieron hacerla daño. Prueba de ellos es que a día hoy, tras casi 23 años de su muerte, se sigue hablando de ella con el mismo cariño que antes.
