El centro histórico de Oporto

Vista de Oporto
EP
Actualizado: martes, 25 mayo 2010 19:39

Por Diego García

El origen de Oporto está estrechamente relacionado con el Morro da Sé, donde se encontraron vestigios del antiguo poblado proto-histórico. Y es que desde muy temprano los márgenes del río Duero fueron puerto de abrigo de las embarcaciones que circulaban por la cuenca del Mediterráneo.

Fue la romanización la que dio un enorme impulso a la ciudad. Durante ese tiempo la ciudad fue llamada Cale y más tarde Portucale, de donde derivó más tarde el nombre de Portugal. Oporto fue elevada a sede del obispado durante el período visigodo. Aunque después, tras las invasiones árabes, sufrió un fuerte retroceso siendo su territorio reocupado por Vimara Peres a finales del siglo IX.

Doña Teresa, medre del primer rey de Portugal, hizo donación del coto de Oporto al obispo don Hugo, que le otorgó el primer fuero. Gracias al desarrollo comercial de la zona la urbanización comienza a extenderse y en la segunda mitad del siglo XIV el burgo queda envuelto por una segunda cinta de murallas. Oporto se desarrolla plenamente en el siglo XVII, época en la cual su fortuna, concentrada en manos del clero y de la burguesía comercial le aseguró un progreso considerable.

En el siglo XVIII, el comercio del vino de Oporto trajo una gran prosperidad a la ciudad. Fue también un periodo brillante para el arte barroco y las reformas urbanísticas. El siglo XX se caracteriza por un nuevo auge constructivo y por la planificación de las infraestructuras necesarias para el crecimiento urbano. Finalmente, en el año 1996 Oporto fue reconocido por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Hoy en día, Oporto es la segunda ciudad de Portugal en cuanto a número de habitantes. Se dice de ella que es la villa de las contradicciones, con un aspecto severo que puede tornar en muy alegre. Su centenaria historia, es una de las poblaciones más antiguas de Europa, se respira en el casco antiguo de la ciudad donde pueden encontrarse edificaciones de todos los estilos.

Además de todo el arte y la cultura que se respira en la ciudad hay lugares con mucho encanto como el Café Majestic o la librería Lello & Irmao, en la calle Carmelitas 14, que para muchos es considerada la más hermosa del mundo. Su fachada, de estilo neogótico, esconde un interior cubierto de maderas nobles labradas y una espectacular escalera de caracol.

Y si uno visita Oporto no puede dejar de probar su cocina tradicional enriquecida, como no podía ser de otra manera en una ciudad marinera, con toda clase de pescados. Uno de los más preciados es la lamprea, que se puede degustar al final del invierno en los meses de febrero y marzo. Y por supuesto, para acompañar esos platos nada mejor que el famoso vino de Oporto.

Del período medieval, la ciudad conserva imponentes edificios que han conseguido resistir al paso del tiempo y a los numerosos cambios de la ciudad. La Sé Catedral fue construida en el siglo XII en estilo románico y en ella se reflejan las influencias de la región francesa de Limousin y de la escuela de Coimbra, aunque la sacristía, el claustro, la capilla de Joâo Gordo pertenecen al período gótico. En la pared exterior de la torre norte destaca un bajo relieve que representa una embarcación, fiel reflejo de la importancia que tuvo aquella actividad en el siglo XIV.

También en la Edad Media se construyó la Iglesia de San Francisco, siendo el resultado de la influencia de las Órdenes Mendicantes en la ciudad. Su edificación se llevó a cabo en la primera mitad del siglo XIII. Esta iglesia, de tres naves, fue el lugar elegido por algunas de las familias más importantes de la ciudad para su eterno descanso.

Oporto cuenta con dos murallas. La primitiva circundaba el Morro da Sé y pudo ser edificada durante la romanización, aunque fue reconstruida en el siglo XII, pero en la actualidad sólo se conservan pequeños retazos. La segunda es conocida con el nombre de muralla fernandina y su construcción abarcó cuarenta años.

Con la llegada del siglo XVII, el Barroco fue el estilo arquitectónico elegido tanto para las construcciones civiles, como religiosas. Entre los edificios más representativos destaca el Pazo Episcopal y, a pesar de ser construido en el siglo XIII, el Obispo Rafael de Mendonça le reformó posteriormente.

La Iglesia de la Torre dos Clérigos es un conjunto arquitectónico edificado entre 1732 y 1773, por la hermandad de los Clérigos y en su construcción trabajaron tanto el arquitecto Nicolau Nasoni como el maestro pedrero Antonio Pereira. De esta iglesia sobresale su monumental torre que fue considerada ex libris de la ciudad.

Entre la arquitectura civil destaca el Palacio de San Joâo Novo. El maestro Antonio Pereira fue el encargado de realizar esta obra para Pedro da Costa Lima, hidalgo de la Casa Real. Del conjunto del edificio merece la pena contemplar la fachada principal y la escalinata del interior.

La Iglesia de San Francisco y la Casa del Despacho son otros dos edificios sobresalientes del barroco. La Iglesia comenzó a construirse en el siglo XIV, pero es considerada una de las más importantes obras del Barroco debido a su revestimiento interior de talla dorada de los siglos XVII y XVIII.

Por su parte, la Casa do Despacho fue edificada entre 1746 y 1749. La decoración interior es típica de este estilo arquitectónico y, además, se conservan el mobiliario original.

Con la llegada del siglo XVIII, la ciudad sufrió numerosas transformaciones urbanísticas que implicaban la reforma de la ciudad antigua y un trazo más ordenado de las zonas que se extendían fuera de las murallas. El estilo arquitectónico que adoptaron para llevar a cabo todas estas mejoras fue el Neoclásico.

La Iglesia de la Lapa data de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque en épocas posteriores sufrió algunas reformas. En su interior conserva el corazón de Pedro IV, que fue ofrecido por el monarca a la ciudad como reconocimiento del apoyo prestado en las luchas liberales. En el cementerio están enterrados los escritores Camilo Castelo Branco y Soarse de Passos.

Con la edificación del Hospital de San Antonio se introdujo el estilo neopalaciano inglés. John Carr proyectó el edificio, aunque no se llegó a cumplir los planos establecidos que incluían cuatro fachadas y un templo en el centro del cuadrilátero.

Del mismo estilo que el anterior edificio es el Palacio de la Bolsa. Lo más llamativo de esta construcción es el cuerpo central donde un vestíbulo da paso al Patio de las Naciones que está cubierto por una estructura metálica con vidrieras. El suelo es de mosaico, mientras que el Salón Árabe tomó como modelo el Palacio de la Alhambra.

Pero si algo caracteriza a la ciudad de Oporto es la utilización del azulejo como material de revestimiento exterior. La Capilla de las Almas es el mejor ejemplo de esta antigua práctica. Los paneles de azulejos, que prácticamente la recubren en su totalidad, fueron pintados por Eduardo Leite e imitan a los del siglo XVIII.

El atrio de la estación de San Bento está cubierto por más de veinte mil azulejos historiados. Los paneles representan escenas de ferrocarril, historia de los transportes y acontecimientos históricos de Portugal.