La actriz acudió a una heladería de Los Ángeles para darse un capricho, y a la hora de pagar se dio cuenta de que no llevaba el suficiente dinero. Prometió a los dependientes volver en una hora con el dinero, pero cuando regresó no sólo pagó los 3,75 dólares que costaba el helado, sino que dejó 96 dólares más de propina.