Se cumplen 40 años del IUE, primer observatorio espacial moderno

Recreación artística del IUE
ESA
Actualizado: miércoles, 31 enero 2018 14:37

   MADRID, 31 Ene. (EUROPA PRESS) -

   El telescopio ultravioleta IUE, misión conjunta de la ESA, la NASA y el Science Research Council del Reino Unido, y considerado primer observatorio espacial moderno, cumple 40 años de su lanzamiento.

   IUE (International Ultraviolet Explorer) fue el primer telescopio espacial a disposición de los astrónomos de todo el mundo, capaz de observar en una longitud de onda prácticamente inexplorada hasta entonces, el primero que logró identificar la estrella progenitora de una supernova, que descubrió vientos de alta velocidad en otras estrellas que no eran el Sol, y que permitió a los astrónomos hacer ciencia en tiempo real.

   Proporcionando información espectral de la luz ultravioleta de los objetos del cosmos, esta misión abrió para los astrónomos el campo de la astronomía en esta longitud de onda, que estaba dando sus primeros pasos a finales de los 70, y que permitió a los investigadores asomarse a los agujeros negros en los núcleos de galaxias activas, a estudiar de otra manera los remanentes de supernova y hasta los cuerpos de nuestro Sistema Solar. Ha sido uno de los observatorios espaciales más longevos, funcionando casi ininterrumpidamente entre 1978 y 1996, superando en 14 años los 5 de vida media previstos por sus responsables, informa la ESA.

   IUE fue descrito familiarmente por el astrofísico Freeman Dyson como un telescopio con "un pequeño espejo de medio metro que está en el espacio, pasando desapercibido para el público, pero dando maravillosos resultados". Entre esos resultados figuran el descubrimiento de las auroras de Júpiter, la observación del impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 contra el planeta gigante en 1994, o la detección y medida de los cambios que experimenta la emisión de vapor de agua de los cometas; IUE vio la supernova SN 1987A tan solo unas horas después de que se produjera, haciendo un seguimiento de su evolución a lo largo de los años e identificando su estrella progenitora; descubrió también el halo de la Vía Láctea y sus observaciones repetidas del Cuásar Gemelo facilitaron la medición de la constante de Hubble.

   IUE mostró a los astrónomos que el Universo era un lugar muy dinámico y fue él mismo un observatorio dinámico, que evolucionó en paralelo a la ciencia y la técnica en las dos décadas en que estuvo activa. Por ejemplo, realizó las primeras monitorizaciones intensivas de la emisión de estrellas binarias y jugó un papel esencial en el establecimiento de grandes colaboraciones internacionales pioneras en estudios en diferentes bandas de frecuencia, en las que IUE lideró campañas de observación coordinando telescopios tanto en espacio como en tierra.

   Sin embargo, el legado de esta misión no se queda en sus descubrimientos científicos. María Santos-Lleo, Jefe de soporte científico de XMM-Newton, recuerda que IUE "fue el pionero de los archivos científicos, con el primer archivo abierto a toda la comunidad y accesible on-line". Algo que actualmente es una práctica muy común, era toda una novedad en la década de los 80. Ese archivo, desarrollado por el Observatorio IUE de la ESA, fue transferido al final de los 90 a distintos centros internacionales y la responsabilidad de su mantenimiento futuro cedida al entonces LAEFF situado en VILSPA, actualmente Centro de Astrobiologia (CSIC-INTA) en ESAC y donde sigue abierto hoy en día.

   "Los espectros del archivo, listos para ser utilizados, siguen siendo estudiados y publicados en artículos hoy en día", apunta Santos-Lleo. El archivo contiene más de 110.000 espectros de diferentes objetos estudiados por IUE.

   Además, la misión introdujo otro elemento clave en la forma de realizar las observaciones astronómicas espaciales y asegurar los mejores resultados; permitía a los investigadores hacer ciencia en tiempo real. Renée Prangé, último observador invitado de IUE, explicaba tras el final de la misión que "observar con IUE era muy especial. Estabas en la sala del observatorio, con el equipo local, mirando al último espectro recién bajado del satélite tan sólo cinco minutos antes, discutiendo los resultados o problemas, o cualquier suceso inesperado ocurrido en tiempo real, tomando decisiones en común acuerdo y adaptando la observación siguiente a la nueva situación".