Investigadores españoles descubren por primera vez bacterias marinas que utilizan la luz para crecer

Actualizado: jueves, 11 enero 2007 9:00


MADRID, 11 Ene. (EUROPA PRESS) -

Investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) en Barcelona han descubierto por primera vez la existencia de bacterias marinas que aprovechan la luz para crecer, algo que hasta el momento se pensaba que estaba reservado sólo a las algas. El estudio, en el que también participa la Universidad de La Laguna en Tenerife y varias universidades suecas, se publica esta semana en la revista 'Nature'.

El estudio se ha basado en la secuenciación de los genomas de estas bacterias, denominadas 'flavobacterias', procedentes del Observatorio Microbiano de Blanes en Girona y halladas en el Mediterráneo Noroccidental. Los resultados del análisis genético mostraron la presencia de un gen capaz de codificar una proteína muy parecida a las proteorodopsinas conocidas.

La proteorodopsina es una proteína que incluye un pigmento, el retinal, parecido al que tienen los seres humanos en la retina. Estudios recientes habían detectado que algunas bacterias marinas poseían mecanismos alternativas a los recursos orgánicos para crecer, entre ellos la proteorodopsina.

Según explicó a Europa Press Carlos Pedrós-Alió, uno de los autores del estudio, "del mismo modo que los paneles solares aprovechan la energía del sol para convertirla en energía eléctrica, las proteorodopsinas, unidas a una molécula de retinal, utilizan la energía solar para convertirla en energía bioquímica".

Esta energía extra, señala el investigador, permite a estas bacterias conseguir una descendencia hasta cuatro veces mayor que consumiendo la misma cantidad de materia orgánica, la fuente de energía de la mayoría de las bacterias marinas.

Según Pedrós-Aliós, "esta es la primera vez que se ha podido demostrar que una bacteria poseedora de esta proteína aprovecha la luz como fuente de energía, lo que se refleja en un mejor crecimiento en la luz que en la oscuridad". El investigador señala que debido a su forma limpia de conseguir energía, estas bacterias son en la actualidad motivo de estudio.

Según los autores de la investigación, entre los que se encuentran también Montserrat Coll Lladó y Laura Gómez-Consarnau, las comunidades microbianas ricas en estas bacterias crecerían más y producirían mucha más materia orgánica a partir de la misma cantidad de sustrato, proporcionando más alimento a niveles más altos de la red trófica marina y acelerando también el ciclo de carbono. Estos resultados afectan por ello al flujo de carbono en el océano y a la regulación de la concentración de CO2 en la atmósfera y los mecanismos implicados en el cambio global.