La adaptación extrema evitó el fin de los montañeses andinos tras el contacto europeo

Barca del lago Titicaca
THOMAS QUINE / WIKIMEDIA
Publicado: jueves, 8 noviembre 2018 19:59

   MADRID, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -

   Un estudio multicéntrico de los restos genéticos de personas que se asentaron hace miles de años en las montañas de los Andes de América del Sur revela una imagen compleja de la adaptación humana.

   La investigación abarca desde el asentamiento temprano, hasta una división hace unos 9.000 años entre las poblaciones de tierras altas y bajas, hasta la exposición devastadora a la enfermedad europea en el periodo colonial del siglo XVI.

   Dirigido por Anna Di Rienzo y John Lindo, de la Universidad de Chicago (Estados Unidos); Mark Aldenderfer, de la Universidad de California, Merced (Estados Unidos); y Ricardo Verdugo, de la Universidad de Chile, los investigadores utilizaron nuevas muestras disponibles de ADN de siete genomas completos para estudiar cómo los antiguos andinos, incluidos los grupos que se ubicaron alrededor del lago Titicaca en Perú y Bolivia, a 12.000 pies sobre el nivel del mar, se adaptaron a su entorno a lo largo de los siglos.

   Publicado en la revista 'Science Advances', el estudio se centró en comparar sus siete genomas históricos con 64 genomas modernos de una población andina actual de las tierras altas, aymara agropastoral de Bolivia y el cazador-recolector de tierras bajas Huilliche-Pehuenche en la costa de Chile.

   Los objetivos fueron fechar la migración inicial a las tierras altas andinas, identificar las adaptaciones genéticas al entorno de gran altitud que permitieron ese asentamiento y estimar el impacto del contacto europeo a partir de la década de 1530 que causó la casi aniquilación de muchas comunidades de tierras bajas de América del Sur.

   "Tenemos muestras muy antiguas de los altos Andes --explica Di Rienzo--. Esos primeros pobladores tienen la afinidad más cercana con las personas que ahora viven en esa área. Este es un entorno duro, frío, con pocos recursos, con bajos niveles de oxígeno, pero las personas allí se adaptaron a ese hábitat y al estilo de vida agrario".

REDUCCIÓN SÓLO DEL 27 POR CIENTO EN LA POBLACIÓN DE LOS ANDES SUPERIORES

   El estudio descubrió varias características inesperadas. Los investigadores hallaron que los andinos de las tierras altas experimentaron descensos de población mucho menores de lo esperado tras el contacto con exploradores europeos que llegaron por primera vez a América del Sur en la década de 1530. En las tierras bajas, el modelo demográfico y los registros históricos infieren que hasta el 90 por ciento de los residentes pueden haber sido eliminados después de la llegada de los europeos, pero las personas que vivían en los Andes superiores solo tuvieron una reducción de la población del 27 por ciento.

   A pesar de que los montañeses vivían en altitudes superiores a 8.000 pies, lo que significaba una reducción del oxígeno, temperaturas frías frecuentes y una intensa radiación ultravioleta, no desarrollaron las respuestas a la hipoxia observada en nativos de otros lugares de gran altitud, como el Tíbet.

   Los andinos pueden haberse adaptado a la hipoxia a gran altitud "de una manera diferente, a través de modificaciones cardiovasculares", sugieren los investigadores. Encontraron evidencia de alteraciones en un gen llamado DST, que se asocia con la formación del músculo cardiaco. Los montañeses andinos tienden a tener ventrículos derechos agrandados y esto puede haber mejorado la ingesta de oxígeno, mejorando el flujo de sangre a los pulmones.

   Pero la señal de adaptación más fuerte que encontraron los investigadores fue en un gen llamado MGAM (maltasa-glucoamilasa), una enzima intestinal. Juega un papel importante en la digestión de alimentos ricos en almidón, como las patatas, un alimento originario de los Andes. Un estudio reciente sugiere que la papa o patata puede haber sido domesticada en la región hace al menos 5.000 años.

   La presencia temprana de esta variante en los pueblos andinos sugiere "un cambio significativo en la dieta desde una que probablemente se basaba más en la carne a una más centrada en las plantas", según Aldenderfer, antropólogo de UC Merced. "El momento de aparición de la variante es bastante consistente con lo que sabemos del registro paleo-etno-botánico en las tierras altas", afirma.

   Aunque los colonos andinos consumieron una dieta rica en almidón después de comenzar a cultivar, sus genomas no desarrollaron copias adicionales del gen de la amilasa relacionado con el almidón, que se observa comúnmente en las poblaciones agrícolas europeas.

   Una comparación de los genomas antiguos con sus descendientes vivos también reveló la selección de genes relacionados con el sistema inmunológico poco después de la llegada de los europeos, lo que sugiere que los andinos que sobrevivieron pueden haber tenido una ventaja con respecto a los patógenos europeos recién introducidos.

   "El contacto con los europeos tuvo un impacto devastador en las poblaciones de América del Sur, como la introducción de enfermedades, guerras y trastornos sociales --destaca Lindo--. Al centrarnos en el periodo anterior, pudimos distinguir las adaptaciones ambientales de adaptaciones que se derivaron de eventos históricos". "En nuestro artículo --añade Aldenderfer--, no hubo ninguna de estas prioridades de genes a expensas de los datos arqueológicos".