Las hachas de roca alpina, un 'must' del Neolítico

Actualizado: jueves, 14 noviembre 2019 17:36
Hacha de roca alpina
Hacha de roca alpina - JURAJ LIPTÁK

   MADRID, 14 Nov. (EUROPA PRESS) -

   Las hachas fabricadas con roca alpina tuvieron un profundo simbolismo social y económico en el Neolítico, por sus valores de producción y uso.

   Sus propiedades de resistencia a la fricción y a la fractura, que permitían un pulido intensivo y la reelaboración, confirieron a estos artefactos un elevado valor de cambio, clave para la formación de redes de intercambio a larga distancia entre las comunidades del oeste de Europa. Unas sociedades que ya usaron una noción del valor de cambio de un producto por la acumulación del tiempo y esfuerzo invertidos en su elaboración.

   Así lo indica un estudio que ha liderado un equipo de investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) sobre los parámetros mecánicos y físicos que caracterizaron la producción, la circulación y el uso de una serie de rocas utilizadas en la manufactura de artefactos pulidos con filo cortante durante el Neolítico en Europa (5.600-2.200 años antes de nuestra era).

   El objetivo ha sido dar respuesta a un tema largo tiempo debatido: los criterios por los que las rocas alpinas formaron parte de un fenómeno paneuropeo sin precedentes integrado en redes de intercambio a larga distancia, mientras otras no superaron la esfera de lo local.

   ¿Fueron criterios económicos, funcionales o quizás subjetivos? Las hachas de piedra eran indispensables para la supervivencia y reproducción económica de las sociedades en el Neolítico. Algunas de las rocas utilizadas en su elaboración viajaron a más de 1000 kilómetros de distancia desde el área alpina hasta el norte de Europa, Andalucía o los Balcanes.

   La investigación ha utilizado, por primera vez en la bibliografía especializada, datos comparativos obtenidos mediante ensayos de resistencia a la fricción y a la fractura de las rocas. Estos parámetros mecánicos han permitido definir valores de producción y uso hipotéticos, que se han correlacionado con las distancias y volúmenes de las rocas intercambiadas para obtener su valor de cambio.

   Los resultados permiten entender los principios en los que se fundamentó el sistema de abastecimiento y distribución de materias líticas durante el Neolítico en el occidente de Europa, así como la lógica económica existente tras él.

   "Las razones que favorecieron la circulación de rocas específicas en redes de intercambio a larga distancia dependen de un patrón complejo de criterios tecnológicos y funcionales. Este patrón no se basa únicamente en aspectos meramente economicistas, esto es, su valor de uso, sino más bien en la capacidad mecánica de resistir sucesivos procesos de transformación por fricción y durante su manufactura, es decir, su valor de producción, y perdurar inalteradas en el tiempo", explica en un comunicado Selina Delgado-Raack, investigadora del Departamento de Prehistoria de la UAB y primera autora del artículo que recoge el estudio.

   El estudio señala que había ya una concepción económica divergente entre la fabricación de herramientas de otras piedras y la de hachas de rocas alpinas. Las comunidades neolíticas seleccionaban las materias primas más adecuadas entre los recursos disponibles en su región y conocían sus características mecánicas y físicas. Normalmente circulaban en un radio de 200 kilómetros desde su procedencia y raramente viajaban más allá de entre 400-500 kilómetros. Sólo las rocas alpinas superaron estos límites territoriales y económicos.

   "La circulación de estas rocas a larga distancia no responde a una lógica funcional y de coste-eficiencia, en la que cada agente tiene en cuenta los costes de fabricación y transporte al seleccionar entre diferentes piedras, todas ellas viables para transformarse en herramientas totalmente operativas", indica Roberto Risch, investigador también del Departamento de Prehistoira de la UAB y coordinador de la investigación.

   "Más bien obedece a la emergencia de un razonamiento económico muy diferente y sorprendentemente "moderno", basado en la capacidad de transformación de una materia mediante la inversión de trabajo cada vez mayor, tal como mucho tiempo después reconoció Adam Smith en la economía británica del siglo XVIII. En el caso de las hachas alpinas, su excepcional valor de intercambio se debió al incremento del coste de su fabricación, resultado del pulido intenso de estas piedras a medida que pasaban de una comunidad a otra".