Crítica de Alita: Ángel de combate

Alita: Ángel de combate
Alita: Ángel de combate - FOX
Actualizado: viernes, 15 febrero 2019 11:42

MADRID, 15 Feb. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -

Dos décadas llevaba James Cameron dándole vueltas a GUNNM, el mítico manga de nueve tomos obra de Yukito Kishiro y cuya adaptación a la gran pantalla, tras las dos películas anime lanzadas al mercado domestico en los noventa, aterriza al fin en los cines después una producción tan dilatada como azarosa. Cameron, empadronado laboralmente ya desde hace varios años en Pandora, confió la tarea de la dirección de esta distopía cyberpunk a un aquí muy contenido Robert Rodríguez. Una elección sorprendente y que, como ocurre con el resto del filme, funciona solo a medias.

Endeble en su vertiente emocional -el 'pseudoromance teen' es un elemento tan molesto como prescindible-, con un ritmo lleno de altibajos y villanos algo desdibujados -los esbirros sanguinarios resultan más atractivos que los 'jefes' de final de pantalla-, Alita: Ángel de combate es también un espectáculo visual de primer nivel que, en perfecta armonía con las facciones el digitalmente forzado rostro de su protagonista, entra por los ojos.

Alita pone encima de la mesa un magnífico despliegue de efectos especiales que sirve, además de para presentar algunos diseños verdaderamente imaginativos y alcanzar picos de diversión enormes, para que Cameron nos recuerde que el cine en 3D aún existe. Lo hace, muy cuco él, antes de que desembarque -y esta vez lo hará con todo el empuje de la maquinaria Disney a su servicio- con su batería de secuelas de Avatar.

Pero ese atracón de fluida y elegante acción no logra disimular las carencias argumentales de un filme que prefiere automutilarse y refugiarse en el CGI en lugar de ir más allá en sus oscuros planteamientos. Apuesta poco valente que deja una sensación muy parecida a la que provocaba otra reciente adaptación manga, Ghost in the Shell: Por enésima vez la fascinación por el llamativo envoltorio va, poco a poco, dando paso al desencanto ante el sabor estándar y algo insípido del caramelo.