Vargas Llosa: "La gente quiere que los ministros aparezcan en calzoncillos"

Mario Vargas Llosa
Foto: EUROPA PRESS
Actualizado: martes, 17 abril 2012 20:34

Publica 'La cultura del espectáculo' donde denuncia la banalización del concepto de cultura y la entronización de los espectáculos

   MADRID, 17 Abr. (EUROPA PRESS) -

   Mario Vargas Llosa reconoce que no está contento, que nuestra  sociedad vive momentos peligrosos sin una "masa crítica" y con una cultura y política basadas en el "espectáculo" y la "diversión". Y estas preocupaciones las ha plasmado en un libro, 'La cultura del espectáculo', un ensayo demoledor en el que denuncia la masificación y la "frivolidad" de la cultura y cómo ambas, unidas al "amarillismo", se extienden a todas las esferas de la vida pública.

   "La gente quiere que los ministros aparezcan en calzoncillos y que sus amantes salgan fotografiadas y si puede ser en la cama, todavía mejor", subraya Vargas Llosa en un encuentro con un grupo de periodistas en el marco de la presentación de su nuevo libro, el primero que publica tras la concesión del Nobel de Literatura.

   "Detesto a los predicadores y este libro es sólo un testimonio personal de mi preocupación", alega Vargas Llosa.

   En este sentido y preguntado por el mundo de la política, destaca el descrédito que afecta a políticos e instituciones, quienes también, abocados a la cultura del espectáculo, convierten sus campañas políticas en "grandes espectáculos" y están siempre determinadas por la publicidad.

   "Si un político quiere tener éxito tiene que convertirse también en espectáculo", alega el autor, para quien la política refleja esa pasión por el entretenimiento y la diversión, que buscan la mayoría de los ciudadanos.

   Un entretenimiento y diversión que considera "necesarios" pero que también conlleven los viejos ideales que defendía la cultura como introspección, "experimento" y "reflexión".

   "El desprestigio de la política en nuestros días no conoce fronteras y ello obedece a una realidad incontestable: con variantes y matices propios de cada país, en casi todo el mundo, el avanzado como el subdesarrollado, el nivel intelectual, profesional y sin duda también moral de la clase política ha decaído", señala en las páginas de este ensayo.

   En esta misma línea asegura que nada desmoraliza tanto a una sociedad ni desacredita tanto a las instituciones "como el hecho de que sus gobernantes, elegidos en comicios más o menos limpios, aprovechen el poder para enriquecerse burlando la fe pública depositada en ellos".

LOS DEPORTES: PRETEXTO Y DESAHOGO A LO IRRACIONAL

   Asimismo, Vargas Llosa denuncia la "masificación" y la "frivolidad" de la cultura de nuestro tiempo, en donde los deportes han adquirido "una importancia que en el pasado sólo tuvieron en la antigua Grecia".

   En este sentido, asegura que los grandes partidos de fútbol sirven sobre todo como "pretexto y desahogo a lo irracional, de regresión del individuo a su condición de parte de la tribu o de pieza gregaria en la que amparado en el anonimato cálido de la tribuna, el espectador da rienda suelta a sus instintos agresivos".

   En las páginas de 'La civilización del espectáculo', Vargas Llosa también lazan dardos directos contra la prensa y el "amarillismo" que cubre muchas de sus páginas, hasta en los medios más serios que se ven obligados y "empujados" a dar ese "entretenimiento" que "el público  espera de ellos".

   "Lo único que puede frenar a la libertad de expresión es la cultura, una cultura que no produce libelo, pero desgraciadamente el tipo de cultura no sanciona libelo sino que lo busca, la gente quiere que los ministros aparezcan en calzoncillos y que sus amantes salgan fotografiadas y si puede ser en la cama, todavía mejor

   "En un mundo donde el mercado es el rey, la gente no quiere cosas aburridas, por eso el periodismo se convierte en una fuente peligrosa de entretenimiento" señala el autor.

   No obstante, el Nobel reconoce la responsabilidad del intelectual en esta banalización de la cultura, ya que "no ha hecho un esfuerzo por llegar al gran público y de ser inteligibles para interesar al hombre corriente".

   En palabras de Vargas Llosa, "este pequeño ensayo no aspira a abultar el elevado número de interpretaciones sobre la cultura contemporánea, sólo a dejar constancia de la metamorfosis que ha experimentado lo que se entendía aún por cultura cuando mi generación entró a la escuela o a la universidad y la abigarrada materia que la ha sustituido, una impostura que parece haberse realizado con facilidad, en la aquiescencia general".