Enrique Moradiellos disecciona a Franco: "Si la Almudena se volviese lugar de culto es que algo estaría fallando"

El historiador Enrique Moradiellos
TURNER
Publicado: lunes, 5 noviembre 2018 18:53

   MADRID, 5 Nov. (EUROPA PRESS) -

   El historiador Enrique Moradiellos, quien publica 'Franco. Anatomía de un dictador' (Turner), cree que en el caso de que los restos terminaran en la catedral de La Almudena y se convirtiera en "lugar de culto" eso significaría que "algo está fallando en la democracia española".

   "Si hay culto y es peligroso para la democracia es porque hay algo que está fallando en la sociedad y permite que esto sea así. Yo creo que hay que arriesgarse a que eso suceda, porque la democracia española es más fuerte de lo que se piensa para evitar que eso ocurra", ha señalado en una entrevista con Europa Press el Premio Nacional de Historia 2017.

   Moradiellos ha puesto como ejemplo otros lugares donde están enterrados otros dictadores del siglo XX como Mussolini, Lenin o Stalin, donde para los turistas "más que un lugar de culto es una anécdota histórica". "Lo que hay que evitar es que surja la base social que nutra el fascismo, porque si pasa como en Brasil (con la elección de Bolsonaro como presidente) es porque has hecho algo francamente mal", ha lamentado.

   Pese a recordar que decidir dónde deben acabar los restos de Franco "no es la función de un historiador docente", Moradiellos ha insistido en la importancia de que "haga lo que se haga habrá que respetar los derechos" de la familia del dictador. "No se les va a suspender el derecho a una familia de herederos para que no puedan hacer lo que cualquier español: disponer de los restos de su abuelo de acuerdo con la ley", ha añadido.

   En cualquier caso, sí se ha mostrado contrario a que los restos sigan en el Valle de los Caídos, un lugar que se ha convertido "en el mausoleo de Franco". "Primero, los restos no deberían estar ahí, porque es para caídos en operaciones militares o de represión, pero es que además está enterrado en el trascoro de una basílica cristiana, lugar reservado para santos o príncipes de la Iglesia".

   A su entender, el hecho además de que sea un lugar gestionado por Patrimonio Nacional supone "una anomalía". Es por ello que apuesta por "eliminar el aire sectario" que tiene el monumento --con la salida de los restos de Franco-- y convertir el Valle de los Caídos en "un centro de estudio y culto a la memoria de los muertos en la guerra de represión política del siglo XX".

EL HOMBRE, EL POLÍTICO Y EL RÉGIMEN

   Moradiellos ha explicado que la publicación de este libro --escrito entre los años 2015 y 2016-- no pretende dar respuestas a la coyuntura actual --de hecho, sólo dedica menos de una página a la exhumación--, ya que fue escrito con la idea de un manual de texto en inglés para alumnos de enseñanza secundaria que cursaran Historia de España.

   En 'Franco. Anatomía de un dictador' el historiador divide en tres partes su libro: el hombre, el político y el régimen. Según ha señalado, el objetivo es similar al que ya estableció el biógrafo Ian Kershaw con Hitler, el de "tratar de comprender sin demonizar ni condenar moralmente" la figura de un dictador.

   "No pretendo hacer antifranquistas retrospectivos. Hay que mirar cara a cara el fenómeno y soportar moralmente la carga: las personas pueden ser malas o buenas, pero yo quiero comprender los procesos, las razones y el contexto que llevan a que esto suceda, más allá de la condena moral y la duda ética", ha afirmado.

EL SEAT Y LA REVOLUCIÓN

   En este sentido, ha insistido en que "la mirada historiográfica tiene que ser desacralizadora y provocar más dudas que certezas". Así, pone como ejemplo a Hanna Arendt, quien trató de comprender a su maestro --y posible amante-- Martin Heidegger: "quería saber qué fue lo que vieron él y tantos otros lo que ella nunco pudo ver en Hitler".

   En cualquier caso, ha insistido en que él tiene "muy claro" por qué Franco "duró tanto tiempo y murió en la cama". "En esos momentos, la mitad de España era franquista y la otra no quiso arriesgarse a perder la vida o la hacienda. La gente ya estaba acomodada y querían el Seat y no la revolución", ha concluido.