Juan Antonio Bueno Álvarez denuncia la doble moral en la sociedad actual en la novela 'La noche marcada'

Actualizado: jueves, 7 diciembre 2006 13:30


MADRID, 7 Dic. (EUROPA PRESS) -

Juan Antonio Bueno Álvarez (Barcelona, 1961) denuncia la doble moral de la sociedad en 'La noche marcada' (Ediciones Irreverentes), novela finalista del Premio Ciudad Ducal de Loeches. El autor de 'La verdad inútil', 'Las estrategias del bachiller' o 'La arrendadora' ambienta este libro en la sociedad actual, a través de la historia de un hombre de clase media que no es "ni guapo, ni rico ni famoso".

"El hecho de escribir de gente normal, de clase media, que no es rica, que no es guapa, que no es famosa, el no escribir al gusto de los poderosos, en España es un hecho casi subversivo", considera Bueno Álvarez.

En 'La noche marcada' el protagonista es Arturo, un humilde administrativo acostumbrado a fabular, que se enamora de Carmen, una prostituta que sueña con abandonar su profesión.

Bueno Álvarez afirma que "es necesario crear novelas con protagonistas que sean personas normales, de clase media; ya basta de protagonistas ricos, guapos, famosos, de la clase dominante".

INVERTAR UNA VIDA

"Hay dos tipos de novelas, o de personajes poderosos o de marginales, pero se olvida a la clase media, a la mayoritaria en nuestra sociedad. El protagonista de mi novela no es guapo, tiene un defecto al hablar, un trabajo que detesta, es desgarbado, no le gusta su vida, sólo tiene un refugio; inventarse una vida distinta, una vida que no existe, pero que le hace feliz", señala.

Bueno Álvarez denuncia que "todo es aceptable mientras que quede en el ámbito de lo privado, de lo secreto o de lo socialmente conveniente". Por ejemplo, "el consumo de pornografía, por ejemplo, es muy elevado, pero muy pocos reconocen abiertamente que la consumen".

Otro ejemplo que critica el autor es que "llevamos años contemplando sin mayores escándalos la subida de precios de la vivienda, las recalificaciones masivas de suelo, los atentados urbanísticos al sentido común, pero luego los mismos que, en su momento, pudieron frenar el despropósito se llevan las manos a la cabeza cuando los jueces destapan un fraude tras otro".