DESCONECTA, 30 Abr.
Buenas acciones desencadenan buenas acciones. Cristina Summitt, una camarera de 37 años natural de New Jersey, dedica parte de su tiempo libre como voluntaria en una asociación de pit-bull rescatados y también ayuda a encontrar hogar a perros de todas razas.
A esta amante empedernida de los animales, también le gustan los tatuajes. Uno de ellos, es la huella de perro que lleva tatuada en su muñeca, y que, en ocasiones, se convierte en el centro de todas las conversaciones que mantiene con sus clientes.
Mientras atendía en el bar, se puso a charla con una amigable pareja. El hombre le pregunta si ella tiene perros y ella responde que sí, su "bebé", mezcla de Gran Danés y Labrador, que se llama Tucker y que se encuentra en el hospital veterinario por haberse tragado una pelota de plástico.
El hombre, interesado por la historia, quiso indagar más insinuándole que la cirugía costaría muy cara y Cristina confesó que al rededor de 2.700 dólares, pero que ella haría todo lo que estuviera en sus manos para reunir ese dinero.
Ahí se quedaba la cosa. La pareja siguió disfrutando de su velada y Cristina siguió trabajando como siempre. Cuando iban a cerrar, la camarera dejó la factura de lo que habían gastado y fue entonces cuando se llevo la sorpresa.
El hombre había pagado sus consumiciones y le había dejado de propina 1.000$. La chica se fue corriendo a enseñarle la factura a su hermana, que trabaja con ella, para comprobar si lo que veía era cierto.
Regresó donde la pareja para decirles que no podía aceptar tal cantidad de dinero. "Para qué es?¿Por qué debería aceptar esto?", les preguntó a la pareja. "Para costear la intervención de Tucker", dijo el hombre.
Y es que el mundo está lleno de buenas personas.
