Actualizado 15/04/2014 11:00

El único japonés del Titanic fue condenado al ostracismo por no hundirse con el barco

Masabumi Hosono
Masabumi Hosono / wiki commons
Carta de Hosono

DESCONECTA, 14 Abr.

El Titanic, el barco más famoso de la historia, sigue manteniendo viva su memoria gracias a los libros, películas y exposiciones a lo largo de los años, pero también a los documentos que salen a la luz de vez en cuando y que cuentan historias sorprendentes sobre lo que allí pasó.

Una de esas historias curiosas es la de Masabumi Hosono, el único japonés que se embarcó en el mayor transatlántico de la historia en 1912, como pasajero de segunda clase.

Hosono tenía 42 años y era funcionario en el Ministerio de Transporte de Japón. En 1910 fue enviado a la Rusia imperial para realizar averiguaciones sobre el sistema estatal de ferrocarriles en Rusia. Antes de volver a su país, Hosono hizo escala en Londres, donde finalmente se embarcó en el Titanic el 10 de abril de aquel año.

La historia de Hosono se hizo pública gracias a unos escritos en japonés de su puño y letra después de que sobreviviera al naufragio del barco. En ellos cuenta cómo, cuando logró llegar a la cubierta del barco, después del impacto, la situación era terrible. Casi todos los botes salvavidas estaban en el agua y las bengalas de emergencia explotaban en el negro cielo.

En esos momentos, Hosono pensó que "nunca más volvería a ser capaz de ver a mi amada esposa y a mis hijos, ya que no había otra alternativa para mí que compartir el mismo destino que el Titanic".

Como japonés que era, Hosono tenía muy presente la deshonra que supondría para su familia el volver con vida subiendo a un bote reservado a mujeres y niños. Aún así, "me encontré buscando y esperando cualquier posible oportunidad de sobrevivir". Y así fue: quedaban dos plazas sin ocupar en un bote salvavidas, Hosono ocupó una de ellas y se salvó.

Carta de Hosono

Su historia atrajo poco la atención en su momento, pero tras conceder varias entrevistas a periódicos de San Francisco y Japón, empezaron a irle mal las cosas. Perdió su trabajo y fue condenado como cobarde por la presa japonesa. Como consecuencia de ello fue condenado al ostracismo.

Los académicos occidentales dieron una explicación de por qué Honoso fue tan duramente criticado, argumentando que había traicionado el espíritu de sacrificio del samurái. Otros, apuntaban el fracaso del japonés por mostrar conformismo al verse subido egoístamente en un bote salvavidas reservado a otras personas.

Contra todo pronostico, el Ministerio volvió a darle empleo hasta 1939, año en que murió, por considerarle una persona muy valiosa como para prescindir de ella.

A pesar de ello, el honor de la familia Hosono no quedo restablecido hasta que la familia hiciera pública la carta a los medios de comunicación aprovechando el éxito de la película Titanic de James Cameron a finales de los 90'.