Actualizado 13/12/2010 16:50

Un acusado de asestar 71 puñaladas a su esposa justifica el crimen en una depresión por una rotura de tobillo

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MINISTERIO DE IGUALDAD

"Fue como una explosión en la cabeza. Estaba desorbitado", ha declarado


MADRID, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -

Un acusado de asestar hasta 71 puñaladas a su esposa en agosto de 2009 ha justificado esta mañana este brutal asesinato en la profunda depresión que le produjo una rotura de tobillo que le impidió trabajar durante más de un año.

Un Jurado Popular de la Audiencia Provincial de Madrid ha comenzado a juzgar a Juan Manuel C.R. por un delito de asesinato, con la agravante de parentesco. El procesado se enfrenta a una petición fiscal de 22 años y medio de prisión.

"Fue como una explosión en la cabeza. Estaba desorbitado. No recuerdo nada", ha manifestado el acusado, quien ha señalado que el desencadenante de lo ocurrido la madrugada del 31 de agosto de 2009 "no fue esa noche, sino muchos días anteriores".

Juan Manuel C.R. ha relatado que el 16 de marzo de 2008 sufrió una aparatosa caída que le rompió el peroné y tuvo que cogerse una baja laboral. "A consecuencia de ello cambió mi relación con mi mujer y me volví poco hablador. Estaba deprimido porque me encontraba sólo", ha indicado el acusado, añadiendo que, hasta la caída, su relación matrimonial, que duró 34 años, era "muy buena siempre".

Asimismo, ha narrado que comenzó a tomar medicamentos por la lesión y empezó a ser "un poco rebelde", lo que provocaba que su mujer y sus hijos se enfadaran en ocasiones con él e, incluso, le llegaran a insultar.

"Cuando tenía lo que tenía me ponía un poco rebelde", ha reconocido. Pese a su versión de que estaba deprimido, ha señalado que un mes antes del asesinato había vuelto a su trabajo como vigilante de seguridad de una comunidad de vecinos.

En cuanto al día de los hechos, el hombre ha insistido en que recuerda vagamente lo sucedido, salvo que paseaba mucho y que llamó a la policía para advertir de lo ocurrido. A preguntas sobre si recordaba qué hizo con los tres cuchillos que cogió de la cocina, ha contestado: "matar a mi esposa".

Al inicio de la vista oral, su letrado ha recalcado que su cliente no era consciente de lo que hacía, ya que actuaba bajo una locura transitoria con la idea de que se le aplique una eximente incompleta o un atenuante por enajenación mental.

Además, se ha mostrado contrario de calificar los hechos de asesinato, puesto que, a su juicio, la víctima tuvo la posibilidad de defenderse, tal y como se infiere de las heridas de defensa que presentaba el cuerpo.

Durante el interrogatorio, el abogado ha querido dejar constancia de que su cliente se encuentra interno en un modulo de respeto de Soto del Real a causa de su buena conducta. "No tiene ni un parte de incidencias", ha recalcado.

RELATO DEL FISCAL

En el escrito de acusación, el fiscal solicita 22 años y medio de cárcel para Juan Manuel C.R. por un delito de asesinato, con la agravante de parentesco. Además, se pide que indemnice con 150.000 euros por cada uno de sus tres hijos.

El fiscal relata que ese día la víctima estaba viendo la televisión en el comedor de la vivienda, cuando el acusado se dirigió a la cocina a coger tres cuchillos cuyos largos de hoja eran 11,5 centímetros con sierra en dos de ellos y otro jamonero de 22,5 centímetros.

Acto seguido y de forma sorpresiva, comenzó a asestarle múltiples puñaladas en diversas partes del cuerpo con objeto de causarle "un sufrimiento desproporcionado y un dolor innecesario para la finalidad que pretendía".

Pese a que intentó defenderse, el acusado le ocasionó 54 heridas incisas en la mama izquierda que penetraron hasta el hemitorax izquierdo, pulmón izquierdo y corazón; 3 heridas incisas en el cuello; 3 heridas incisas en brazo izquierdo; una herida incisa en la mano izquierda; tres heridas en la mano derecha; una herida en la pierna izquierda; otra herida en el muslo derecho y tres heridas inciso punzantes en el abdomen.

Por todas estas heridas, la víctima falleció por hemorragia masiva a causa de una rotura cardiaca múltiple. Tras morir, el procesado lavó el cadáver con alcohol y agua oxigenada, el hombre llamó a la Policía Nacional.