Actualizado 08/07/2013 17:45

El Supremo confirma la pena del acusado de matar a puñaladas su exmujer y sus dos hijos en Tarragona


TARRAGONA, 8 Jul. (EUROPA PRESS) -

El Tribunal Supremo (TS) ha confirmado la pena de internamiento psiquiátrico impuesta al condenado de matar a puñaladas a su exmujer y a sus dos hijos, cuyos cadáveres aparecieron cubiertos de cemento y yeso dentro de la bañera de su piso de la calle Reial de Tarragona en octubre de 2010.

En su sentencia, el Supremo desestima el recurso de la defensa del acusado y confirma la decisión del Tribunal del Jurado dictada por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Tarragona, el 13 de enero de 2012, que declaraba a Abdeslam B. autor de tres delitos de asesinato y de un delito continuado de quebrantamiento de medida cautelar, aunque le absolvía de toda responsabilidad criminal por su alteración psíquica.

En esta sentencia de la Audiencia, confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), se condenaba al acusado a una pena de internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario por un máximo de 20 años por cada delito de asesinato y un año por un delito de quebrantamiento, con un máximo de 25 años de internamiento.

Según el TS, el veredicto de la culpabilidad de Abdeslam B. está justificado por las pruebas que se presentaron en el juicio: la presencia del acusado en el escenario, la constatación de que al domicilio no acudían personas extrañas y sin que fuera vista ninguna en el tiempo de los hechos, que la cerradura no estuviera forzada, la existencia de rencilla con el cónyuge y que el acusado incumplía la obligación de no aproximarse al domicilio.

Asimismo, queda fundamentada su culpabilidad en la patología psiquiátrica que padecía, con la presencia de delirios "que se centran en su mujer a la que atribuye, entre otras cosas, haber matado y que pretende envenenar al acusado".

El jurado popular que le declaró culpable consideró que Abdeslam B., de 37 años, degolló a su mujer y a un hijo, les apuñaló una decena de veces, y asestó 33 puñaladas a su otro hijo bajo los efectos de un "brote de esquizofrenia".

Tras cometer el parricidio, el condenado escapó a Bélgica, aunque un año después acabó entregándose a la Guardia Urbana en La Rambla de Barcelona, si bien en el juicio lo desmintió y aseguró que el día de los hechos estaba fuera de España y regresó cuando su hermano le informó del crimen.