Actualizado 08/03/2013 11:03

El uso de la fuerza y los recursos económicos, obstáculos de las víctimas de violencia de género para separarse

LOGROÑO, 8 Mar. (EUROPA PRESS) -

Un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de La Rioja y Granada concluye que el miedo a las posibles represalias físicas y la falta de recursos económicos son los dos principales obstáculos que impiden a las víctimas de violencia de género separarse de sus parejas.

Pilar Montañés, doctora en Psicología y profesora de la Universidad de La Rioja, y Jesús L. Megías, doctor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada, son los autores del estudio que ha publicado la revista 'Anales de Psicología' con el título 'Percepción de las mujeres víctimas de malos tratos sobre la asimetría de poder en la pareja y su relación con la violencia: estudio preliminar'.

En concreto estudiaron el modelo de Poder y Género de Pratto y Walker (2004), que plantea que ejercer la violencia puede ser una forma de recobrar un poder perdido y fundamenta las diferencias de poder entre géneros en cuatro bases que pueden hacer que las relaciones de pareja no sean igualitarias: el control de los recursos, las obligaciones sociales, la ideología sexista y, por último, la amenaza o uso de la fuerza.

Los doctores, especialistas en psicología social, testaron el modelo con las tres primeras variables a través de cuestionarios y entrevistas personales a mujeres víctimas de violencia por parte de la pareja íntima, donde se les preguntaba por sus percepciones sobre el poder que ellas y sus parejas ejercían en la relación.

La muestra de 64 participantes, que en el momento del estudio ya no convivían con el agresor, se obtuvo de las comunidades autónomas de Navarra y Andalucía, a través de servicios especializados que atienden a víctimas de violencia de género.

ASIMETRÍA DE PODER.

Los resultados de la investigación demostraron que existe una clara asimetría de poder. Las mujeres percibían menos poder que sus excompañeros en las tres bases, disponían de menos recursos económicos, presentaban una mayor carga de obligaciones sociales y su ideología era menos sexista.

Además las bases se relacionaron entre sí, resultando que quien disponía de más poder en una de ellas tenía más poder en las otras.

Otra de las conclusiones relevantes obtenidas del estudio es que el poder del agresor percibido por las mujeres en dos de las bases de poder (el control de los recursos y la dedicación a las obligaciones sociales) predijo la violencia psicológica padecida por ellas. Asimismo, la ideología sexista de él apuntó capacidad predictiva sobre la frecuencia de violencia física padecida por la mujer.

Por otro lado, al preguntar a las mujeres por la importancia que daban a las bases de poder a la hora de poner fin a su relación abusiva, la mayoría destacó como principales obstáculos el miedo al posible uso de la fuerza por parte del hombre y la dificultad para subsistir económicamente sin él.

Este dato resulta de especial interés para los expertos a la hora de intervenir y trabajar con mujeres víctimas de violencia, tanto a nivel psicológico como social.

Los investigadores consideran que el modelo de Poder y Género estudiado es adecuado para explicar las dinámicas que se dan en muchas relaciones de pareja y diseñar programas de prevención e intervenciones concretas con víctimas de violencia.

Sin embargo, su validez ha de seguir siendo contrastada respecto a las relaciones abusivas de pareja y aplicándose a diferentes contextos y poblaciones, por ejemplo, en agresores.