Publicado 03/05/2018 13:40

Vértigo, el poder de la danza para personas con discapacidad en Israel

Bailarines de la asociación de danza israelí Vértigo
EUROPA PRESS

   TEL AVIV, 3 May. (de la enviada especial de Europa Press Laura Ramírez) -

   Los brazos de Hai y Tali se entrelazan. Ella gira en torno a Hai mientras él dibuja círculos con su silla de ruedas. Un salto en una piscina a los 14 años le dejó parapléjico pero eso no ha impedido a Hai llegar a ser bailarín profesional. En el año 2000, este israelí llego a la compañía de danza Vértigo y 18 años después se ha convertido en maestro junto a Tali de otros bailarines, con y sin discapacidad.

   "No decidí hacer esto sino que el destino lo decidió para mí. Cuando lo experimenté por primera vez, no vino de mi mente ni de mis pensamientos sino que tuve la conexión directamente con el cuerpo. Simplemente me sentí conectado y dejé que las cosas pasaran", explica Hai Cohen desde el pueblo ecológico que alberga este proyecto fundado y dirigido por Noa Wertheim junto a su marido Adi Sha'al.

   El complejo donde se encuentra una de las sedes de la compañía y escuela de danza Vértigo está ubicado junto al Kibutz Nativ HaLamed, al sur de Jerusalén, donde viven unas 300 personas. Actualmente, en Israel perviven alrededor de 200 Kibutz, una forma de convivencia basada principalmente en la agricultura en la que originalmente sus habitantes ponían todo en común, pero que con el tiempo ha ido modernizándose.

   En este contexto, Vértigo se enmarca en un pueblo artístico ecológico donde el 20 por ciento de la energía que consumen proviene de sus propios paneles solares, donde el cien por cien del agua que utilizan -excepto para beber-- es reciclada, donde se alimentan con las hortalizas que ellos mismos cultivan y donde las paredes se han levantado a base de arcilla y paja prensada. La filosofía es el ahorro energético aunque sin renunciar a las oportunidades que brinda el desarrollo tecnológico.

   Para la corresponsable del proyecto 'El poder del equilibrio' (The power of balance'), que ofrece talleres y formación en danza para personas con y sin discapacidad, Tali Wertheim-Agranionik, lo importante no es tanto llegar a ser algo en la vida sino "cómo vive cada uno el momento presente y cómo aprovecha lo que es". "Doy gracias a mis padres porque estoy conectada a mi corazón", asegura.

   Sobre los orígenes de este proyecto, Wertheim-Agranionik explica que la idea surgió hace algunos años cuando asistió a un recital en Japón y tuvo la oportunidad de hacer un dueto con su hermana Noa, directora artística, coreógrafa y cofundadora de Vértigo. "Tuve una experiencia inmensa y me di cuenta de que esto era lo que quería desarrollar en la vida", afirma.

   Además de este programa, Vértigo es una compañía de danza integrada por una docena de bailarines que conectan con el espectador a través del movimiento del cuerpo. También cuentan con una escuela de danza en la que actualmente hay 25 estudiantes de diferentes países como Francisco, procedende de Bogotá (Colombia) quien cuenta que decidió recorrer el mundo para estudiar en Vértigo después de ver una exhibición de la compañía, la cual le sorprendió por su calidad y detalle.

   "Yo estoy en el programa internacional de bailarines, una de las extensiones de esta asociación, un programa que para los extranjeros consiste en un periodo de cinco a diez meses de entrenamiento y para los israelíes, entre uno y dos años de formación. Todo se complementa con los shows que tenemos en el transcurso de los estudios", explica este joven colombiano que desde que llegó a Israel se instaló en un kibutz, una forma de vida que era "nueva" para él pero que le ha enganchado por la vida en comunidad y el respeto al medio ambiente.

   En este pueblo ecológico donde se ubica Vértigo, Francisco ha descubierto un nuevo lenguaje del cuerpo para sus coreografías, así como Hai, que nunca se planteó que su discapacidad fuera a convertir la danza en "algo difícil". En definitiva, tal y como asegura la asistente de dirección artística de la compañía, Rina Wetheim, también hermana de la fundadora de Vértigo, se trata de comunicarse con el público y con uno mismo a través del cuerpo, huyendo del individualismo y siempre en contacto con los demás.

   Hai recuerda que una vez después de una exhibición con Tali, una persona del público les comentó que había interpretado la danza como una especie de rehabilitación ya que la pieza comienza con movimientos suaves que poco a poco se van intensificando. "La danza te conecta contigo mismo y con tu pareja de baile", explica Hai. Su cuerpo en movimiento demuestra que la danza no entiende de capacidades.