Actualizado 17/07/2013 17:25

HRW denuncia la brutalidad policial ejercida durante las protestas del parque Gezi en Estambul


MADRID, 17 Jul. (EUROPA PRESS) -

Human Rights Watch (HRW) ha denunciado la brutalidad policial derivada del mal uso del material antidisturbios durante las manifestaciones que se produjeron entre finales de mayo y mediados de junio en el parque Gezi en Estambul, que han acabado con cinco muertos y miles de heridos.

Varias personas han perdido un ojo durante la represión de las manifestaciones de Gezi, según ha documentado HRW, por causa del lanzamiento de balas de goma y de botes de gas lacrimógeno directamente a los cuerpos de los manifestantes. HRW ha recordado que una herramienta de dispersión como es el gas lacrimógeno se ha utilizado en Turquía como un peligroso proyectil que puede causar graves daños.

Durante las primeras protestas pacíficas de Gezi, la Policía comenzó a utilizar de forma excesiva tanto los botes de gas lacrimógeno como los cañones de agua. Esta actuación se ha repetido en numerosas ocasiones, y se ha saldado con miles de heridos y cinco muertos.

HRW ha pedido a las autoridades turcas que configuren unas pautas para determinar en qué situación y de qué manera se pueden utilizar los botes de gas lacrimógeno, entre las que se encuentra la prohibición de lanzar los botes de gas directamente a los manifestntes, o su uso en espacios cerrados.

"Los botes de gas lacrimógeno pueden causar serios daños, e incluso llegar a ser mortales, si se lanzan directamente a los manifestantes, como ha ocurrido en numerosas ocasiones en el parque Gezi", ha afirmado una investigadora de HRW en Turquía, Emma Sinclair-Webb.

A pesar de que el gas lacrimógeno no es un arma letal, puede causar serios problemas médicos, aunque se utilice de forma controlada. Según pautas internacionales, este método sólo debe usarse en caso de necesidad para responder de forma proporcional a una actuación violenta.

HRW ha denunciado que además de lanzar botes de gas directamente a los manifestantes, la Policía ha lanzado altas cantidades de gas en espacios cerrados --hoteles, hospitales y clínicas--, y que ha utilizado esprays de pimienta sobre personas que no suponían ninguna amenaza.

Los manifestantes también han recibido numerosos disparos de balas de goma. Hasta el 27 de junio, once personas habían perdido un ojo tras haber sido alcanzados por proyectiles lanzados por las autoridades, según la Asociación Médica de Turquía. El 19 de junio la Policía ya había utilizado 130.000 botes de gas en tres semanas, casi todo el suministro para todo el año.

INSTRUCCIONES POLICIALES

HRW ha tenido acceso a una copia de una circular emitida el 26 de junio por el Ministerio de Interior, que explicaba la actuación policial para reprimir manifestaciones no autorizadas, poniendo un particular énfasis en el uso del gas lacrimógeno.

En la circular, se exige que la Policía avise y que utilice los cañones de agua antes de lanzar el gas, y que evite los espacios cerrados como escuelas, hospitales, casas o cualquier lugar donde se puedan alcanzar a personas que no están participando en las manifestaciones. Sin embargo, no dice nada sobre disparar directamente sobre los manifestantes desde cerca, a pesar de ser la causa de la mayor parte de los daños personales.

El 11 de junio, un bote de gas lacrimógeno alcanzó la cabeza del periodista turco Ahmet Sik, quien llevaba puesto el mismo casco que llevaba cuando trabajaba de reportero en Irak. "Si no fuera por el casco podría estar en coma ahora, como muchas de las otras víctimas, en el mejor de los casos", aseguró.

Un portavoz del sindicato policial ha afirmado que la Policía está entrenándose en el uso de material antidisturbios, pero que la cantidad de horas trabajadas, la falta de experiencia y los requisitos de ascenso contribuyen a que se ejerzan actuaciones abusivas.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan se ha referido en dos ocasiones a los manifestantes como "hooligans" --"çapulcu" en turco-- e incluso los ha comparado con terroristas. Erdogan ha defendido en repetidas ocasiones la actuación policial.

A pesar de haber admitido en alguna ocasión que el uso de la fuerza había sido excesivo, no se ha hecho nada para detener las prácticas abusivas. Incluso el poder de la Policía aumentó después de que Erdogan afirmara que las autoridades habían "aprobado el examen de la democracia", asegura HRW.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha expresado su preocupación sobre las políticas turcas y el uso de gases dañinos como el gas lacrimógeno o los esprays de pimienta, y ha afirmado que Turquía ha violado la prohibición de cometer actos degradantes o inhumanos.

La investigadora de HRW en Turquía, Sinclair-Webb ha asegurado que "es necesaria una investigación pública sobre las tácticas policiales" que alcance a los cargos más altos. "Condenar los abusos de agentes individuales no es suficiente para detener a la Policía y evitar que repitan las mismas actuaciones en el futuro".