Actualizado 25/06/2007 18:26

El presunto autor del crimen de Los Pajaritos (Sevilla) dice que el arma se disparó con sólo pasarle un trapo

SEVILLA, 25 Jun. (EUROPA PRESS) -

El acusado de matar a su mujer de 20 años de un disparo en la cabeza, un siniestro que tuvo lugar el pasado 2 de diciembre de 2005 en la barriada sevillana de Los Pajaritos, aseguró hoy en la primera sesión del juicio que el arma "se disparó con sólo pasarle el trapo" cuando pretendía quitarle las huellas antes de guardarla para cometer un atraco a la mañana siguiente.

En la vista, que se celebra en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Sevilla, el procesado, de 21 años, mantuvo en todo momento que no mató intencionadamente a su mujer, sino que "la desgracia" ocurrió porque el revólver estaba cargado y él "no lo sabía", dado que "era primera vez que empleaba un revólver" y al limpiarlo "se disparó".

Asimismo, el acusado, E.R.G., cambió su declaración sobre el modo que había adquirido el arma homicida, ya que durante la fase de instrucción, e incluso cuando fue detenido --como ha señalado uno de los policías--, dijo que la había comprado por 900 euros a un gitano portugués de Las Vegas, mientras que hoy ha dicho que la había recogido esa misma tarde en casa de un amigo con el que estaba preparando "un atraco a la mañana siguiente".

Así, aseguró que tras recoger el revólver, se dirigió a su casa "con otro chaval", que se quedó en el coche mientras el procesado subía a su casa "a dejar el arma". Sin embargo, esta versión fue desmentida por el joven que le acompañaba, quien en el juicio dijo que estuvo con él poco antes del suceso y que, tras "dar una vuelta por el barrio", fueron a casa del acusado y lo esperó, "pero no sé nada del arma ni de un atraco".

Cuando subió a su casa la mujer al verle el arma le pidió que la guardara, momento en el que E.R.G. comenzó a limpiarla "con el trapo en la que la llevaba liada, que era un pasamontañas negro", mientras hablaban, pues su intención era dejar el revólver "limpio de huellas" porque al día siguiente se iba temprano a llevar a cabo un robo, pues "me dedicaba a los atracos".

Según la versión del acusado, en ese momento, mientras "miraba hacia el arma", fue cuando se accionó propinándole a la víctima un disparo casi entre los dos ojos. "Fue todo muy rápido, en un segundo o dos", aseguró. Seguidamente, "como loco", salió a pedir ayuda a los vecinos y llamó al 061, negando que le apuntara y que su hijo --de 15 meses-- estuviera en brazos de ella, tras lo que llegaron varios vecinos.

"DE CHIQUITITO ERA UN GOLFO"

En este sentido, E.R.G. negó que la pareja discutiera y que por este motivo le pegara un tiro. "Nunca le pegué, la quería mucho y la sigo queriendo", alegando que los supuestos malos tratos de los que se le acusa "es cosa de la familia que nunca me han querido para ella porque de chiquitito era un golfo y estuve en un reformatorio". Según el procesado eran una pareja "normal, ella era muy buena y teníamos muy buena relación".

A este respecto, preguntados por la defensa del joven, tanto una vecina, como los dos jóvenes que trasladaron a la víctima hasta el hospital, como el que estaba esperando al acusado en la puerta de su casa, indicaron que nunca habían visto malos tratos por parte de E.R.G. a su mujer y que tampoco habían oído comentarios al respecto por el barrio.

Asimismo, el presunto autor recordó que se encuentra en tratamiento psiquiátrico y que incluso en prisión se tiene activado un protocolo de suicidio porque "he intentado quitarse la vida varias veces", aseguró. "Lo estoy pagando desde el día que pasó todo, no por la cárcel, sino por mi propia cabeza, tenía muy buena relación con mi mujer y queríamos tener otro hijo".

Por su parte, una de las vecinas, que se quedó con el hijo de ambos tras el suceso, afirmó que sólo escuchó los gritos del joven y que cuando entró en la casa de éste lo vio "junto a ella cogiéndole la lengua para que no se ahogara y hablando por teléfono, me imagino que con el 061". De igual modo, señaló que el niño "tenía la ropa manchada de sangre" y que él "no lloraba".

Otro de los testigos que hoy compareció ante el tribunal fue el joven que con la ayuda de otro y del propio acusado trasladaron a S.V. hasta el hospital Virgen del Rocío, "porque el 061 no llegaba". Éste indicó que se encontraba en la calle con varios amigos cuando vio al procesado "asomado por la ventana pidiendo auxilio como un desesperado".

Al verlo subió corriendo al piso, en el que ya había varios vecinos, y al oír que se necesitaba un coche fue a por el suyo. "Metimos a la chica por la parte delantera y él fue todo el tiempo con ella abrazada repitiendo que había sido sin querer, que la quería mucho y pidiéndole que aguantara". Una vez en el hospital llegó la Policía Nacional para detener al joven, asegurando el testigo que "él se entregó voluntariamente cuando preguntaron quién había sido".

"SIN TI NO SOY NADA"

Por otro lado, la otra persona que ayudó al traslado de la chica corroboró el testimonio del conductor del vehículo, añadiendo que él hizo otra llamada al 061 cuando llegó al lugar de los hechos y que el acusado le repetía su pareja "que no se muriera, mientras le decía sin ti no soy nada".

No obstante, los policías que se encargaron de la detención del acusado indicaron que, tras ir al domicilio y encontrarlo cerrado, fueron al hospital donde vieron al joven salir de Traumatología con la ropa manchada de sangre y que al verlos "quiso como acelerar el paso". Así, se acercaron hasta él y tras "un forcejeo tuvimos que inmovilizarlo porque estaba muy nervioso, señalándonos que disparó por accidente".

En cuanto a la detención, el acusado aseguró que forcejeó porque "no quería irme del lado de ella", aunque los policías dijeron que en ningún momento "dijo que quería quedarse". De igual modo, uno de los agentes señaló que cuando le trasladaron hasta las dependencias policiales "no lo vi abatido, al contrario, más bien violento". La versión de los policías también contradijo la versión del joven que fue al hospital, pues afirmó que E.R.G. incluso le dio a los agentes las llaves de su casa, mientras que estos manifestaron que "se las encontraron en un cacheo".

Por último, los policías negaron que tuvieran que llevar al presunto autor al Equipo Quirúrgico para que fuera atendido por su estado de ansiedad, como señaló él, pues dijo que se encontraba "muy mal de los nervios". Además, la defensa no pudo acreditar que recibiera esta atención sanitaria con documentos "porque el centro estaba cerrado".

Por su parte, el joven que acompañó al acusado hasta su casa la noche de los hechos, dijo que él fue el primero que subió y que justo antes había escuchado un "ruido muy grande, pero no sabía que era un disparo, pensaba que era un accidente o algo así". Poco después del ruido vio a E.R.C. pidiendo ayuda por la ventana "como un desesperado y pensé que le había pasado algo a él".

Acto seguido subió hasta la casa, y se lo encontró "pegándose con las manos", mientras se preguntaba "cómo había pasado". El acusado se encontraba de espaldas ante ella "y al quitarse vi a la muchacha en la mecedora y lugo miré hacia al niño que estaba por allí, pero no recuerdo si estaba manchado de sangre". Tras esta imagen, "me oriné encima por la situación y salí de allí y vi como ya venía una vecina hacia el piso".

El juicio continúa mañana con la declaración de siete testigos, entre ellos la madre de la víctima, y cuatro peritos. E.R.G. se enfrenta a los 27 años de prisión y tres meses que la Fiscalía de Sevilla reclama al imputarle un presunto delito de asesinato, cuatro de maltrato, uno de tenencia ilícita de armas y una falta de injurias. Además, la acusación popular, ejercida por la Junta de Andalucía, solicita una pena similar; y la acusación particular, ejercida por la madre, un total de 31 años. Las indemnizaciones coinciden en todos los casos, reclamando 217.381 euros para la madre y 9.600 euros para el hijo de la pareja.